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AL CIERRE
Columna
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La plaza de Manolo

El problema de los lieux de la mémoire es que los recordados ya no están para opinar. ¿Qué habría pensado Manolo, el único Manolo realmente existente después de Hugué, de la plaza de Vázquez Montalbán que el Ayuntamiento inauguró en febrero en el Raval? Suplantarle aquí no deja de ser una estafa, pero, como él mismo escribe en El Premio, "la muerte es la gran estafa", tan grande que da cobertura a todas las demás.

El entorno de la plaza casa con el mundo del escritor. Nació a pocos metros de ahí y siempre estuvo vinculado al barrio, no sólo literariamente, sino de facto, pues aunque él se mudara a Vallvidrera, su padre nunca salió de allí. La calle de Sant Rafael, donde cayó asesinado Salvador Seguí y donde se ubica uno de sus restaurantes de referencia, Casa Leopoldo, es, sin duda, una buena acompañante de esta memoria sentimental, como también lo son las de Espatller y d'en Robador, ahora con putas nigerianas que poco tienen que ver con la Charo, emigrada a Andorra. La próxima construcción de la Filmoteca en la plaza de Salvador Seguí contribuirá, sin duda, a la mejora de la zona.

El espacio tiene mucho de la ciudad olímpica que tan cordialmente detestó

Pero la plaza en sí tiene muy poco de Manolo y mucho de la Barcelona olímpicamente diseñada que de forma tan cordial él detestó, de la torre Foster a las nuevas playas que acabaron con los chiringuitos trasteverianos. El escaso verde aparece constreñido en unos macetones agresivos y las 10 plantas enjauladas del hotel Barceló proyectan una sombra gélida, como de patio carcelario, sensación reforzada por el edificio almenado que rodea la plaza, todavía sin vida (¿irán o no las oficinas de la UGT?). Serigrafiadas en las vidrieras de los bajos aparecen varias citas del escritor procedentes de El balneario, Panfleto desde el planeta de los simios, La soledad del manager y El quinteto de Buenos Aires, entre otros títulos.

La estafa alcanzaría el máximo de la impostura si uno pretendiera saber cuáles habría escogido él. Personalmente, me falta alguna de El pianista, novela intensa de lo que fue la miseria del Barrio Chino, y algún poema, pues Manolo se consideró poeta por encima de todo. Por ejemplo, esta estrofa de Nada quedó de abril...: "(...) nada quedó del puerto, / grúas retorcidas, patrulleros hundidos, serones / cargados de alcaparras y girasoles, cascotes / de bombas misteriosamente humanizadas, se oían / caer después, ya de vuelta a la ciudad, como / una noche impuesta que se impone gritando".

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