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Rumania vota en Madrid

Las urnas de las elecciones europeas se abren para la mayor comunidad inmigrante de la región, aunque el desinterés es general

Este domingo, 7 de junio, Europa pide implicación a sus ciudadanos: el compromiso democrático del voto. Los rumanos, oficialmente europeos desde el 1 de enero de 2007, también están llamados a las urnas. Pueden votar a sus representantes políticos o a los de los partidos del país donde residen. Los rumañoles, los rumanos españoles, son muchos: casi 800.000 y los rumadrileños otro montón: cerca de 206.000. En el primer caso, han de ir a la embajada; en el otro, al centro de votación correspondiente, pero para ello necesitaban una declaración expresa de querer ejercitar el sufragio. Un trámite burocrático que habría que eliminar, a juicio de Daniela Varzari, asesora rumana en Coslada de Europe Direct, una oficina creada por la Unión Europea (en España hay 48) "para llegar al gran público a escala local", según rezan los folletos.

Roxana pensaba quedarse uno o dos años, pero ha cambiado de planes "
Los que se marchan de vuelta a su país no se dan de baja en el padrón
La economía está allí como en los años setenta en España", dice Stefanescu
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Daniela los repartía y explicaba dudas el viernes en un puesto informativo junto al mercadillo del pueblo y también en el espacio de Europe Direct, instalado en la Concejalía de Igualdad, Juventud, Infancia e Inmigración. Allí toda la documentación es bilingüe. "Coslada este... si casa ta" ("Coslada es tu casa"), reza un cartel que recomienda cuidar el entorno. "Câ de deschise trebuie sâ fie granitele noastre?" ("¿Cómo deben ser nuestras fronteras?"), se pregunta en la publicidad de la UE... Pero la pereza ante las gestiones y el papeleo que no sea de primera necesidad es patente, dada la ausencia de visitantes en el centro Europe Direct y en el puesto informativo instalado junto al mercadillo. No es previsible que haya masas el domingo. "El desinterés no es sólo una cuestión de rumanos, es general", se lamentan en la concejalía.

Convocatorias de voto aparte, sí encuentran motivos para acercarse a las instituciones: asesoría jurídica y laboral, traducción de documentos, trámites para la vuelta... "Trabajamos junto a las asociaciones rumanas y las iglesias", explica Agustín González Plasencia, director de Inmigración de Coslada. "Aquí la convivencia es buena" dice. Lo corrobora el alcalde, Ángel Viveros (PSOE). "Hay un buen grado de integración", cuenta. Aunque en el último año se han reducido las llegadas, según el regidor, en Coslada (92.000 habitantes) 16.500 de los ciudadanos empadronados son rumanos y constituyen más del 80% de la población extranjera. En esta localidad del Corredor del Henares, la mayoría de la inmigración es europea.

"Yo respeto y pido que me respeten", dice Nicoleta Sandu, trabajadora municipal. Maestra originaria de Arges, de 39 años, aterrizó hace nueve en España. "Mi primer trabajo fue en el servicio doméstico", recuerda. Luego pasó a asesorar a sus compatriotas en el Ayuntamiento de Villa de Vallecas y ahora lo hace en Coslada, donde vive con su hijo, madrileñizado y a punto de entrar en la Universidad. "Hablamos rumano en casa, y con los amigos, pero mezclamos idiomas. Es ya rumañol", ironiza Nicoleta, quien, como la generalidad de sus paisanos, aprendió fácilmente el idioma de su nuevo país.Esta habilidad es uno de los puntos comunes. Y aunque el retrato robot del rumano madrileño tiene distintas caras, otro rasgo general que les identifica es: trabajo y trabajo. "Estamos aquí para hacer algo en la vida y tener un futuro", insiste la trabajadora social.

Los rumanos currantes e integrados se sienten incómodos con las generalizaciones. Las conductas delictivas de algunos inmigrantes en la marginalidad perjudican la imagen del resto. "Cuando nos van conociendo la actitud cambia. Pero a la gente le cuesta romper los estereotipos", opinan Daniela y Nicoleta. Señalan que más que la pertenencia a la UE, la convivencia ha influido en el cambio de percepción hacia los rumanos: mujeres en el servicio doméstico, los fontaneros y albañiles, los dependientes de las tiendas, los jóvenes que se ennovian...

Es el caso de Roxana, de 22 años. Vive en Boadilla del Monte, donde recalaron los cuatro hermanos de su madre y sus familias. Originaria de Ploiest, a 60 kilómetros de Bucarest, estudiaba pedagogía y trabajaba en un hipermercado antes de emigrar a España, hace tres años. Aquí trabaja "con contrato" en una pastelería; también en el servicio doméstico, como su madre, y estudia inglés en la Escuela Oficial de Idiomas. Se ha sacado el carné de conducir y aprendió español en la escuela de adultos de Boadilla. "Pensaba quedarme un año o dos para ahorrar", dice, pero la vuelta no parece estar en sus planes. En todo caso, "de vacaciones" para enseñarle su país a su novio español.

Una inquietud que comparte Daniela Varzari, que también se ha emparejado en España. "Vine en 2003 con una beca Erasmus y acabé derecho en Rumania", cuenta. Dos masters, en derecho de la UE y en diplomacia y relaciones internacionales, figuran en su currículo de titulación española. Vive en Madrid capital, pero trabaja para la comunidad rumana en Coslada, donde observa que "se acerca al modelo de integración". "Yo soy un caso atípico", afirma.

Julián Vucur es un caso típico: el fontanero que comienza en la construcción y que progresa hasta lograr su propia empresa de reformas. Gracias al boca a oreja de la vecindad y a unos arquitectos que le reclaman no le falta faena, a pesar de la crisis. "Tengo contratadas 14 personas, la mayoría de mi país", dice, pero se queja de que no encuentra buenos operarios. "Prefieren cobrar el subsidio de paro que trabajar". Julián, de 34 años, curra de sol a sol. Originario de Transilvania, vino a España hace siete años y vive con su mujer y su hijo de ocho en el barrio del Pilar. "Nunca me han tratado mal", afirma, y en su horizonte no figura la vuelta a Rumania.

Algo que sí se han planteado otros inmigrantes tras el bajón en la construcción y en los servicios. En el Ayuntamiento de Coslada ya están llevando casos. Unos lo anuncian, otros no. "No se dan de baja en el padrón. De forma indirecta lo percibimos por los niños que dejan el colegio", explican en la concejalía. Y han constatado también que otros vuelven. Si aquí no hay trabajo y hay que pagar alquiler, en Rumania pueden tener casa pero no trabajo. O sí, pero mal pagado. "Un obrero cualificado gana en Rumania en torno a los 500 euros al mes. La economía rumana está como en los años setenta en España, hay muchas carencias", afirma Miguel Fonda Stefanescu, presidente de la Federación de Rumanos de España (Fedrom). Desde su oficina en la zona de Estrecho y desde su web esta organización ofrece asesoría y trabaja para la mejora social de los colectivos vulnerables. También participa en la gestión del Europe Direct de Coslada.

La Fedrom (http://fedrom.org) trabaja en el proyecto de retorno voluntario, organizando la estructura de oferta y demanda laboral, acomodando a los niños (que "regresan a una cultura extraña"), solventando problemas sociales... La crisis está creando "situaciones incómodas tanto aquí como allí", dice Fonda. Hay inmigrantes (un 30%) que no se marchan pero invierten los ahorros en sus regiones de origen. Otros que quizá pensaban emigrar a España ahora van a Canadá y Australia, dice el responsable de Fedrom.

"La migración de regreso no es sólo un proyecto de vida, es un estado de espíritu y es entendido como un proyecto de familia. Las apuestas del regreso son el negocio y la casa, pero sólo vuelven quienes consideran que España ha empeorado su salud o quienes ven de forma positiva el futuro del mercado laboral en Rumania". Esta conclusión figura en el estudio de la Fundación Soros (www.soros.ro) sobre la comunidad rumana en España. Fue un trabajo realizado por un equipo de investigadores y estudiantes de la Facultad de Sociología de la Universidad de Bucarest en septiembre de 2008, con 832 emigrantes adultos asentados en Alcalá, Coslada, Arganda y Torrejón.

"La mayoría de los rumanos ha llegado a España por las oportunidades derivadas de la evolución positiva de la economía española a principios y mediados de 2000, así como por la afinidad de lengua, cultura y mentalidad entre los dos pueblos latinos", asegura la portavoz de la Embajada de Rumania, Camelia Teodorescu. Para este país, añade, "la adhesión a la UE (y el periodo de amplias reformas anterior) ha implicado una transformación profunda de las instituciones y las mentalidades". En cuanto a la crisis, afirma, "los problemas de los ciudadanos rumanos, tanto en Madrid como a nivel nacional, son en su gran mayoría los mismos que los de los españoles o de otros ciudadanos europeos en España".

Daniela Varzari reparte folletos sobre los comicios europeos en un mercado de Coslada.
Daniela Varzari reparte folletos sobre los comicios europeos en un mercado de Coslada.

Crecimiento vertiginoso

- Los más numerosos. Los rumanos, con 796.576 personas empadronadas, constituyen la mayor comunidad extranjera afincada en España, seguidos por los marroquíes y

los ecuatorianos, según datos del Instituto Nacional

de Estadística de esta semana.

- La Comunidad se 'rumaniza'. En 2001 sólo habitaban

en la región 13.961 rumanos. A enero de 2009 había 205.784 empadronados.

- Por municipios. Alcalá de Henares (19.469), Coslada (16.247) y Arganda del Rey (10.940) son las localidades con mayor número de inmigrantes de Rumania. En Madrid capital

viven 61.149.

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