Entre trajes, aviones y planetas
Los comités electorales admiten la imposibilidad de meter Europa en la campaña
"Este partido se juega en Europa" y "Ahora, soluciones", decían los dos partidos en sus eslóganes electorales pero, finalmente, los titulares no hablaron de Europa y se escucharon pocas soluciones. La espuma y el ruido pudieron esta vez con todo lo demás. "Es muy difícil centrar la campaña de las únicas elecciones en las que no se juega un Gobierno de nada y el ciudadano no percibe para qué sirve", explica un miembro del equipo de campaña de una de los dos grandes partidos.
Por primera vez dos mujeres estaban al frente de la campaña de los dos principales partidos: Leire Pajín en el PSOE y Ana Mato en el PP. Para las dos era la primera vez y Mato no salió apenas de la sede, mientras que Pajín participó casi en un mitin cada día. Hasta tres veces al día, de forma flexible, se reunía el equipo de Pajín en Ferraz con Antonio Hernando, Elena Valenciano, Enrique Guerrero, Ignacio Varela y, a veces, Juan Fernando López Aguilar. Más sistemáticos eran en el PP. A las 9 de la mañana de cada día, Mato reunía su equipo de campaña en Génova: Juan Carlos Vera, José Antonio Bermúdez de Castro, Alfonso Serrano, María Ávila, Arsenio Fernández de Mesa y Fernando Benzo. Se enfrentan Zapatero y Rajoy por personas interpuestas, a las que apenas se les ha podido escuchar en la campaña. Sólo cuando alguno de ellos, en este caso el del PP, se metió en jardines como comparar aborto y pederastia.
El resto se fue en enfrentamientos entre las dos orillas. Todo empezó con un vídeo del PSOE que intentaba aprovechar el empuje de la ola de Obama y otro que identificaba a los oponentes, sin mención expresa, con el despido libre, el nazismo, la homofobia y la xenofobia y otras calamidades. Y le siguieron agrias polémicas sobre el uso de aviones oficiales para asistir a mítines por parte del presidente del Gobierno, que el PP explotó como argumento de campaña, y el reproche del ministro de Fomento, José Blanco, a José María Aznar por tener 51 escoltas a su servicio. Terminó con la proclama cósmica de Pajín sobre la coincidencia planetaria de Obama y Zapatero.
El PP metió en campaña la reforma del aborto, a pesar de que el debate no llegará al Congreso hasta septiembre. Eso ayudó al objetivo del PSOE de identificar al PP con la ultraderecha para movilizar a los suyos. Los populares buscaron colocar la palabra mentira como sinónimo de los socialistas para promover el voto de castigo al Gobierno de Zapatero.
Estaba en el guión que, en las primeras elecciones nacionales de la crisis, se hablara de economía, pero también el ruido tapó esos argumentos. El dato de la reducción del desempleo en mayo insufló euforia al PSOE y al PP contrariedad porque se le caía uno de sus principales argumentos de campaña. Los socialistas explotaron la defensa de la política social; el uso abusivo que los populares hacen, según el PSOE, de la crisis y la falta de colaboración de Rajoy. El PP habló de récord de paro en la UE, falta de soluciones del Gobierno y sugerencia de cifras de paro maquilladas. Se esperaba que el PSOE explotara los trajes y la imputación de Francisco Camps y lo sorprendente es que el PP lo ha puesto en el centro de la campaña en forma de actos reiterados con el presidente valenciano. Quiso presentarlo como ataque y agresión exterior contra todo su partido, aprovechándolo en su favor, en busca del voto defensivo.
No ha trascendido más discrepancia sobre Europa que la disputa por votaciones pasadas como la que atribuye el PSOE al PP en apoyo a la jornada laboral de 65 horas o la negativa a condenar el franquismo. Poco más, porque los dos apoyaron la directiva sobre inmigración y están de acuerdo en apoyar al cuarto del trío de las Azores, José Manuel Durão Barroso, para que presida la UE.
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