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Dogi anuncia más despidos en la fábrica de El Masnou

La textil presenta el concurso de su filial alemana

Lluís Pellicer

Entre seis y ocho meses. Éste es el plazo que se da la dirección de la textil Dogi, que fabrica tejido elástico, para salir del entuerto del concurso de acreedores de su filial española. Y en este plazo se propone adelgazar plantillas y negocios. El consejero delegado de la sociedad, Jordi Torras, anunció durante la junta de accionistas de ayer otro expediente de regulación de empleo (ERE) en la factoría de El Masnou. Pero los despidos no se quedan en el Maresme. También se recortarán las plantillas de los centros de China y Alemania, cuya filial ayer mismo se ha declaró en situación de insolvencia.

El consejo de administración no tuvo más remedio que aguantar ayer los duros reveses de los accionistas. Con la cotización suspendida e inevitablemente atrapados en el accionariado de la empresa, los inversores arremetieron contra los gestores de la sociedad en un clima de compadreo y solidaridad entre ellos. Incluso se referían los unos a los otros como "compañeros".

Los accionistas echaron en cara a la dirección la continua sangría de números rojos que sufre la compañía desde 2001 y pidieron que la familia Domènech se aparte de la gestión de la empresa. El ambiente era tan tenso que salieron a flote pequeños detalles: desde un accionista que se quejaba de un acta mal resuelta hasta otro que pidió una jornada de puertas abiertas.

Pero quienes más indignados estaban ayer eran los sindicatos. Los representantes del comité de empresa se enteraron en la junta de que la empresa presentará otro ERE para la plantilla de El Masnou. Dogi ya echó a 123 trabajadores en 2007 y en febrero presentó un ERE temporal que afecta a 316 de los 318 empleados de la fábrica. La empresa comunicará la semana que viene cuántos despidos más habrá.

Pero otras filiales extranjeras no van mejor. Torras explicó en la junta que la sociedad alemana Penn Eslastic se declaró insolvente con un pasivo de 10 millones de euros. Y tanto en este país como en China, que suman 543 empleados, habrá despidos. Las causas son principalmente el desplome de las ventas, que en seis meses ha sido del 50% en España, del 30% en Alemania y del 22% en China.

La textil, fundada en 1954, traza ahora un duro plan de supervivencia que pasa por reducir inversiones y costes, también laborales, y desinvertir. Para ello, la empresa pone en el escaparate participaciones de sus filiales para dar entrada a nuevos socios. Dogi tiene el 100% del capital de las sociedades de España, EE UU, Alemania y China, mientras que mantiene alianzas con socios locales en Sri Lanka y Tailandia.

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Precisamente ayer, el juez de lo Mercantil aceptó el concurso de acreedores de la filial española de Dogi, que arrastra una deuda de 42 millones de euros. Este año, según Torras, la empresa prevé facturar 108 millones de euros, el 8% menos que en 2008, y reducir las deudas en un 50%. La junta de accionistas acordó ayer, además, el cese del consejero Gustavo Pérez Carballo por "no asistir a los consejos" sin justificación. En cambio, Hispánica de Calderería, que ha reducido su participación del 9,26% al 5,2% del capital social, pidió un asiento en el órgano de gobierno.

Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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