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Las discrepancias ideológicas y organizativas durante diez años acaban con otra ruptura

Ya habían surgido antes algunas voces discrepantes con la dirección, pero la división interna de EA por cuestiones ideológicas y organizativas empezó a hacerse patente en 1999, a las puertas del congreso que la formación celebró en noviembre de ese año y tras la dimisión de Inaxio Oliveri como secretario general por sus desavenencias con el primer presidente, Carlos Garaikoetxea.

El sector crítico, con respaldo fundamentalmente en Guipúzcoa, no estaba de acuerdo con la gestión del Pacto de Lizarra, al considerar que era una apuesta frentista, en la que el PNV y EA habían perdido el liderazgo e iban a remolque de las pautas marcadas por Euskal Herritarrok, entonces la marca electoral de HB.

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Un proyecto menguante

Los críticos tampoco compartían la organización interna planteada por el aparato del partido, que pasaba y pasa por una estructura vertical que recorta el ámbito competencial de las organizaciones territoriales y locales en beneficio del control por parte de la dirección nacional.

El congreso de 1999 se saldó con la victoria del sector oficial y aupó a Begoña Errazti como nueva presidenta de la formación en lugar de Garaikoetxea, quien renunció a la reelección. La pugna interna, acrecentada cada vez que ha habido que elegir al líder del partido, se ha mantenido desde entonces y ha dejado en la cuneta a críticos como los ex consejeros Oliveri y Patxi Ormazabal.

El congreso de diciembre de 2007 acabó con un acuerdo denominado de "integración" entre ambas sensibilidades, con Unai Ziarreta como presidente. Pero no funcionó. A finales de 2008, el sector oficial se decantó por no reeditar la coalición con el PNV, estrategia que siempre ha defendido el sector crítico, y por acudir en solitario a los comicios autonómicos del pasado 1 de marzo. Y además, apostó por defender durante la campaña electoral la constitución de un polo soberanista, una propuesta que enciende las alarmas entre los críticos.

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El varapalo electoral abrió aún más la brecha entre ambos sectores, que intensificaron el intercambio de críticas. Ahora todo ha desembocado en un choque de trenes que ha hecho imposible la convivencia y ha llevado a la corriente liderada en Guipúzcoa por Iñaki Galdos a abandonar EA e iniciar una nueva andadura como Alkarbide. Otra ruptura tras la escisión del PNV de la que nació EA en 1986.

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