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Reportaje:

Arquitectura escolar: arte y funcionalidad

Generaciones de arquitectos proyectan su creatividad en los edificios educativos

"Teníamos un lugar elevado, una potente montaña al fondo y un cielo a veces muy azul. Recorrimos el lugar, reconociendo enseguida su condición alargada... siempre el Puig Campana mirándonos por detrás. ¿Qué hacer?", narran Carmen Rivera Gallego y Ricardo Miñana Martínez, los arquitectos que diseñaron el colegio público Puig Campana de Finestrat, teniendo siempre en cuenta la complexión de la singular montaña que forzaba a trazar una fachada alargada.

La historia de la arquitectura contemporánea escolar, entendida como un área específica de la edificación pública, ha florecido en la Comunidad Valenciana desde 1998 dentro de los sucesivos "mapas escolares", que han programado 505 actuaciones hasta 2014. La Consejería de Educación y la empresa pública de construcción Ciegsa actúan de promotores, con un presupuesto de 1.800 millones.

Dentro de este planteamiento, a varios años vista, se han revelado un buen puñado de arquitectos que producen edificios para estudiar, edificios para crear y para trascender, imbricados en entornos difíciles o complejos, donde los materiales son parte fundamental de la solución.

Si la montaña actúa en Finestrat de "hito paisajístico en una cara y en la otra potenciando la longitud de la fachada urbana", los grandes planos blancos de mortero a la cal consolidan "una especie de muro de acero galvanizado donde se perforan huecos fijos de cristal y aperturas para la ventilación". De esta forma, la edificación se alarga percibiendo el recorrido de la montaña.

En Petrel, envuelta en un proceso agudo de aluminosis, hubo de ser desalojada la escuela infantil Virgen del Remedio. Los arquitectos Dolores Alonso Vera y su colaborador Juan Ramón Seva se encontraron con "una parcela ubicada en la periferia sobre un terreno marcado por huellas de su condición anterior: el suelo de cultivo de secano". La solución por la que optaron fue entender el espacio interior y el exterior como un conjunto para el recreo y el juego. A ello contribuyó una plantación de árboles dispuestos por todos los vacíos disponibles que potencia la idea de "estar dentro de un parque".

Cuando la relación de un complejo educativo con su ciudad modifica su acceso, se produce el milagro. El IES número 1 de Utiel ordena sus edificios e instalaciones en dos parcelas separadas por el río Magro y conectadas entre sí por medio de una ligera pasarela que se integra con naturalidad en los recorridos de circulación de los edificios situados en sus márgenes. De esta forma, se cambia el acceso principal desde la Alameda. "En el conjunto pueden distinguirse hasta seis cuerpos edificados a un lado y otro del río: cinco en su margen izquierdo y uno en el derecho", sostiene Antonio Picazo, arquitecto del estudio Vetges Tu. La pasarela, que parte del primer grupo (bloque de usos comunes, administrativos y espacios propios de la FP) cruza el río hasta llegar al edificio del gimnasio, pistas deportivas y las instalaciones de juegos de pelota valenciana, "articulando así todos los volúmenes de las dos parcelas".

El Centro Rural Agrupado Font Freda, de Benisoda, se alza sobre una parcela de 1.200 metros cuadrados en espacios de reciente urbanización, que pueden definirse como "la nueva fachada de la población, junto a la zona deportiva ya existente". Así lo ve Enrique Alabort Doménech, que con Fernado Roca Tomás diseñó "una construcción en dos niveles por la necesidad de adaptación al suelo natural existente". El edificio se hizo "sin grandes movimientos de tierra, aprovechando los volúmenes inferiores para los forjados sanitarios, de todas formas necesarios, para la ubicación de superficies complementales como porches, vestuarios, duchas, almacenes y salas de calderas de calefacción".

En Valencia la falta de suelo público escolar, debido a la presión demográfica e inmobiliaria, ha forzado a buscar "otras soluciones", mediante la reforma de edificios públicos ya existentes. Este es el caso del CP Santa Teresa, anclado sobre el solar del antiguo Cine Caro, en pleno centro histórico y arqueológico. Carlos Campos ha conservado las huellas del pasado con una compleja obra que conserva la fachada modernista proyectada en 1910 por Vicente Ferrer Pérez.

Más compleja aún ha sido la remodelación del CP 9 d'Octubre, situado en la antigua cárcel de mujeres, un proyecto en el que Gonzalo Almazán y Javier Soriano se enfrentaron al "reto" de integrar un nuevo uso en un edificio de gran valor patrimonial. "La antigua cárcel se ubica en un edificio de bella factura de 1925 firmado por el arquitecto Vicente Agustí, por lo que está incluido en el catálogo de edificios protegidos. Había que conseguir la adecuación de uso -cumpliendo el programa docente aprobado- con la preservación patrimonial". Además de mantener elementos emblemáticos como la cerrajería, se ha optado por "abrir el edificio al barrio".

Estos proyectos son sólo una pequeña muestra de que, a medida que aumenta la sensibilidad social por una mayor calidad en la edificación, crece también el papel de las ideas y de la arquitectura en las ciudades.

El IES nº 1 de Utiel, que ordena sus edificios en dos parcelas separadas por el cauce del río Magro.
El IES nº 1 de Utiel, que ordena sus edificios en dos parcelas separadas por el cauce del río Magro.

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