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Reportaje:MUCHA CALLE

Serrano, agujereado

Las obras alteran la vida del barrio con las tiendas más lujosas de Madrid

Sergio C. Fanjul

El señorial barrio de Salamanca está tomado por la clase obrera. Una legión de trabajadores a pie de obra agujerea el suelo, abre zanjas y se mancha las manos de tierra en la remodelación de la calle de Serrano. Es como si un ejército enemigo hubiera bombardeado la calle: hay socavones, sirenas parpadeantes, polvo y mucho jaleo. Los ciudadanos se abren paso con dificultad, sorteando cascotes y escombros, se desplazan por un intrincado circuito de pasillos delimitados por vallas, pasarelas que suben y bajan como en un scalextric.

Serrano es una de las vías comerciales más importantes de la ciudad. Corazón de la llamada Milla de Oro, escenario frecuente de los alunizajes, aquí se encuentran algunas de las firmas más prestigiosas. Ahora se mezclan los trajes a medida y los tacones de aguja con los petos amarillo fosforito y los monos sucios de grasa. Marco, un trabajador ecuatoriano de 26 años que vigila unos tubos de gas desconoce las tiendas del barrio: "La verdad es que nunca he venido de compras por aquí. Yo vivo en Moratalaz, y antes de que comenzase la remodelación sólo conocía el barrio de pasada".

"Hemos perdido visibilidad, la gente no entra", dice una comerciante

Los lujosos comercios están notando el impacto de las obras. Para acceder hay que cruzar un foso por un puente improvisado, como si de un castillo medieval se tratase. Allá abajo, en el foso, se ven las entrañas de la ciudad, sus arterias y sus conductos digestivos: grandes tuberías, tubos de plástico, cables que asoman aquí y se entrecruzan allá. "Mucha gente no se fía de esta pasarela", dice Miriam mientras pisa indignada la placa metálica que permite el acceso a la boutique que regenta. "Hemos perdido visibilidad", continúa, "la gente no entra". Según un estudio encargado por la Confederación de Empresarios Minoristas (Cecoma) y publicado en enero, el 79% de los comerciantes de Serrano y calles aledañas no está conforme con las obras en época de crisis.

Enormes grúas, camiones y excavadoras rugen aquí y allá como monstruos iracundos destruyéndolo todo. Hace unas semanas, estas excavadoras, actuando como arqueólogos inconscientes, descubrieron la desaparecida muralla-cerca que protegía Madrid en tiempos de Felipe IV. Encima, el tráfico avanza apretado en el poco espacio disponible. Un trabajador mueve unas vallas para reconducir los coches.

Una enorme taladradora horada el suelo y escupe luego la tierra fuera. Victoria y Carmen, dos oficinistas que fuman en un descanso del curro delante del Ilustre Colegio de Abogados, observan con asombro la operación que se desarrolla a pocos metros. "Hasta hoy no nos molestaba mucho el ruido, pero desde que han traído esto...", se queja Victoria. "No sabemos muy bien qué es lo que están haciendo, pero esperemos que sea para bien". Según el proyecto, las aceras se ensancharán a cinco metros y medio en el lado de los impares y a 10 en el lado de los pares. "Genial, así podremos traer las hamacas", murmura Carmen con ironía. El proyecto, con una inversión de 106 millones euros, contempla la ampliación de las plazas de aparcamiento subterráneo y la renovación del arbolado.

"Currar aquí es asqueroso", declara pala en mano un combativo trabajador que prefiere no revelar su nombre. "Nos hacen trabajar horas de más y nos pagan cuando les da la gana". Fuentes sindicales confirman que es común que en obras municipales haya irregularidades. "Es el pan nuestro de cada día", declara Gerardo de Gracia de CC OO, "se está pagando mal, sin vacaciones, trabajando sábados y domingos...". Y es que corre prisa: el Ayuntamiento pronostica que las obras durarán 24 meses como máximo. Aunque algunos obreros aseguran que por lo menos se tardará tres años.

A la altura del número 68, junto a El Corte Inglés, los caballos de un tiovivo giran y giran hieráticos sin que ningún niño los cabalgue, ajenos por completo al trajín de Serrano agujereado.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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