Horrorosa voltereta a Hermoso
Fue visto y no visto, pero la voltereta fue horrorosa. Acababa Hermoso de Mendoza de parar al cuarto de la tarde, al que dejó en los medios, mientras se dirigía al terreno de tablas a lomos del caballo Patanegra, un castaño lusitano de tres años de edad. Citó desde ahí al toro para colocar el primer rejón de castigo; se acercó con lentitud, y con intención, al parecer, de hacer un quiebro. Inexplicablemente, Patanegra se quedó parado, se levantó de manos y, ante la cercanía del toro, intentó saltar por encima de él. Quedó a merced de su enemigo, que lo empitonó de lleno por el vientre, lo derribó, y caballo y caballero sufrieron las embestidas del toro en unos momentos que fueron realmente dramáticos. El toro se cebó con el caballo, al que levantó en peso con el pitón hundido en los pechos. Cuando las cuadrillas consiguieron por fin llevarse al toro, el caballo tenía la barriga abierta, en una imagen muy desagradable y conmovedora por su sangrienta espectacularidad.
BOHÓRQUEZ / BOHÓRQUEZ, HERMOSO, MONTES
Toros despuntados para rejoneo de Fermín Bohórquez, mansotes, descastados y manejables.
Fermín Bohórquez: bajonazo (silencio); pinchazo y bajonazo (silencio).
Hermoso de Mendoza: tres pinchazos y rejón en lo alto (silencio); tres pinchazos y rejón en lo alto (silencio).
Alvaro Montes: rejón en lo alto (oreja); rejón bajo, dos pinchazos y rejón bajo (ovación).
Plaza de las Ventas. Décimoséptima corrida de feria. Lleno
El caballo 'Patanegra' fue trasladado al hospital con heridas muy graves
Tras una cura de urgencia en el túnel de cuadrillas, Patanegra fue trasladado al hospital de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense con heridas muy graves, mientras Hermoso de Mendoza, que sólo sufrió magulladuras, lloraba desconsoladamente.
El rejoneador intentó sobreponerse a la tragedia, pero sólo pudo estar correcto con ese cuarto toro. Mejor, sin lugar a dudas, ante el primero, al que toreó a placer, con la maestría que le caracteriza en todos los tercios, dominio de los terrenos y un admirable sentido del temple. La falta de casta de su oponente le impidió un mayor lucimiento.
También triunfó en su primero Álvaro Montes con un rejoneo bullanguero y tremendista, pero muy alegre. Recibió al toro con la suerte de la garrocha y hasta dos vueltas al ruedo aguantó con torería el galope vertiginoso del toro. Se lució con las banderillas al quiebro y desató el entusiasmo popular con la suerte del violín. A la misma altura estuvo ante el sexto, al que mató mal, y todo el premio se redujo a una ovación.
El dueño de los toros, Fermín Bohórquez, tuvo una actuación muy desafortunada. Falló con los rejones de castigo, con las banderillas y con el rejón de muerte. Una tarde inexplicable en un rejoneador de su contrastada categoría.
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