Es la tela
Hércules Poirot, el pomposo personaje de Agatha Christie, solía atribuir al funcionamiento de sus peculiares células grises la resolución de turbios casos de asesinatos, ya se produjeran en un navío Nilo abajo o en un tren, Estambul arriba. Células grises que súbitamente iluminaban el misterio.
Bien, llevo días estrujándome las sienes en busca de la solución a la siguiente pregunta: ¿Por qué tenemos una oposición tan tonta? Que el Gobierno, formado por bienintencionadas personas, algunas de ellas demasiado decentes para resultar entretenidas, nos aburra, eso me parece lógico. No quiero que me diviertan, sino que repartan mis impuestos lo mejor posible, y sé que éstos de ahora, sin ser ideales -y con esa prudente servidumbre hacia la Iglesia que muestran-, lo harán mejor que los de enfrente. Que me aburra la oposición, eso me preocupa. ¿Qué les ocurre? Mil veces me lo he demandado y mil veces no he sabido responderme.
Hasta que una célula gris se frotó con otra y surgió la chispa reveladora. Leía la noticia sobre la prohibición del uso de bañadores impermeables por parte de los nadadores de competición -para ir más ligeros- cuando comprendí que esta capa de sosería, de indiferencia ante la que les está cayendo -un diluvio universal moral-, la resistencia a ser calados, esa fina y sin embargo resistente armazón que cubre -de Rajoy para abajo- a todo el Partido Popular, incluido el honorable Camps, se debe precisamente a sus sastres, les hayan pagado o no, formen parte de una trama de soborno o no.
Usan telas que no permiten que nada les incumba, los muy arteros. Los trajes son antidisturbios y antidisgustos. Están blindados. Les orienta el pararrayos de la corbata, ven los chuzos caer de punta y ellos sonríen, se yerguen. Niegan.
Es la tela. La tela de arácnidos blindados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.