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Reportaje:

Donde la luz se reparte a cazos

En As Ínsuas (O Porriño), el vecindario hace turnos para usar la electricidad porque si funciona una lavadora no hay potencia para encender un horno

Cuando un vecino de As Ínsuas, en la parroquia porriñesa de Atios, enchufa la lavadora tiene que avisar a los demás a golpe de teléfono móvil para que no enciendan ningún otro electrodoméstico de consumo análogo, como un horno de cocina, porque le estragaría no ya la colada, sino la propia lavadora. Es lo más próximo a repartir la luz a cazos. La potencia que llega no alcanza nunca los 220 voltios, los aparatos, si no se averían, cosa que sucede con harta frecuencia, funcionan al ralentí si funcionan, lo que suele ocurrir entre cortes sucesivos de luz por el exceso de demanda y de enchufes devorando la corriente.

"Nunca sabes si acabarás de hacer la tostada, y ya hemos asumido la imposibilidad de ver completo un programa de televisión: siempre se apaga alguna vez, o varias", afirma Fernando Oidín con gesto derrotado. "Para planchar tienes que esperar a después de la medianoche y el microondas emplea 15 minutos en calentar un tazón de leche", añade Valeria, su compañera.

Tampoco funciona una depuradora construida hace dos años en el lugar
El Ayuntamiento quiere agilizar una solución que Fenosa demora

Ellos buscaban un lugar diferente para vivir y lo encontraron hace un par de años en As Ínsuas: un espacio bucólico, enclavado en una especie de hoya de la parroquia granitera de Atios, con las minas a un par de kilómetros pero cuyo fragor silencia el denso bosque. "Aquí la tranquilidad es absoluta", garantiza la pareja, mientras convida a escuchar desde su terraza los trinos de diversas especies. Un viñedo en bancales y sucintas parcelas de agricultura para el autoconsumo completan el paisaje, que también habitan conejos y cabras.

"Estamos a 4,3 kilómetros del centro de Porriño y a 20 minutos de Vigo: maravilloso", se entusiasman cuando despejan sus cuitas con la electricidad. Hasta hace tres años, As Ínsuas estaba formada exactamente por tres casas. Las mismas que había cuando tendieron la red eléctrica, hace 50 años. Los tres vecinos nunca destacaron por su demanda eléctrica. Explotaban una agricultura de subsistencia y era escaso su parque de aparatos que enchufar: las bombillas, luego la tele y poco más.

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Pero de tres años a esta parte se han construido 12 viviendas nuevas, con inquilinos que buscaban, sí, un retiro plácido que les hiciera más llevaderos los ruidosos ajetreos urbanos (de Porriño o Vigo, donde trabajan), pero también la comodidad de los tiempos modernos en el hogar, que en tan gran medida se suministra por la red eléctrica. "Aceptamos que no podamos tener calefacción, vale", confía Eidín. "Pero a veces se hace desesperante que no consigas nunca una ducha de agua caliente".

Roberto Sierra, un vecino que está construyéndose una casa grande de madera, emplea un generador para las obras y apuesta, de momento, por continuar usándolo cuando los carpinteros acaben la tarea. "Aquí hemos venido todos buscando otro tipo de vida, pero no por eso hemos de renunciar a los beneficios ciudadanos comunes", razona insistente.

Por eso mismo, hace un par de años, construyeron la red de alcantarillado y una depuradora exclusiva, soterrada, para los 45 vecinos que completan el actual padrón de As Ínsuas. Pero la planta y la red que conduce a ella no han podido funcionar en ningún momento, ni siquiera en pruebas, por la misma falta de corriente eléctrica.

El problema se origina en que el transformador más próximo se encuentra a dos kilómetros y la corriente va perdiendo tensión a medida que navega por la línea. Todo el vecindario funciona con luz de obra, lo que evita formalizar contratos normales y, a su vez, una vía legal a las reclamaciones. Unión-Fenosa indicó hace un par de años a los vecinos que el problema podría resolverse... con 107.000 euros que costaba una nueva línea.

Desde entonces siguen el regateo económico y burocrático de la eléctrica con el Ayuntamiento, que quiere resolver la situación cuanto antes pero que, según Pedro Pereira, el concejal que lleva el asunto, tropieza con los trámites y precios que ofrece la eléctrica a los particulares (seis euros/metro cuadrado) por los solares para instalar los postes del tendido. En febrero fue el último acto, trasladar a la empresa un requerimiento de subsanación de su proyecto para cambiar la red de baja por otra de media tensión. No hay problemas con la licencia municipal, pero aún hay que elegir dónde instalar el transformador y acaso tengan que acudir a un expediente de expropiación para usar las propiedades privadas con los postes del tendido.

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