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Columna
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Camps a Boston, Alarte a...

La extraordinaria torpeza demostrada por el PP en las Cortes Valencianas, expulsando del pleno a la diputada de Compromís Mònica Oltra, es un excelente barómetro que señala la intensidad de la tormenta que sacude al partido de Francisco Camps. El PP es un consumado especialista en las estrategias de dirigir la acción política hacia los medios de comunicación. Por eso sorprende aún más que le hiciera el regalo al minoritario grupo de la oposición de amplificar lo que no era más que un gesto, que de esta manera quedó convertido en una historia real -con planteamiento, nudo y desenlace- susceptible de ser narrada e ilustrada con imágenes en movimiento. Unas imágenes que son tanto más valiosas mediáticamente cuanto más alicorto y pavisoso es el cotidiano devenir de sus señorías en la Cámara autonómica. Si alguien no sabía que Camps había huido a Boston para zafarse de las incómodas preguntas de la oposición a propósito del caso Gürtel, el incidente parlamentario se encargó de recordarlo.

Y es que Rafael Blasco sólo hay uno y él solo, por más experiencia que tenga en estas lides, no puede controlarlo todo en el PP. Porque con un presidente desaparecido en combate y un Ricardo Costa (secretario general, a la vez que portavoz parlamentario) tocado del ala, las dificultades se multiplican. La prueba es que fue el propio Costa el que, a través del diputado Rafael Maluenda, dio la orden a la presidenta de las Cortes de expulsar a Mònica Oltra. Algo no solo bochornoso desde un punto de vista democrático, sino de una torpeza solo comprensible humanamente por el estado anímico (es de suponer) y físico que, tras el aparatoso accidente sufrido, atraviesa el delfín de Camps.

Por lo demás, el hecho de que el PP haya suspendido de militancia a los diputados madrileños implicados en el mismo caso, mientras en la Comunidad Valenciana no se ha tomado ninguna medida interna, plantea, desde luego, numerosas preguntas a Mariano Rajoy sobre la diferente vara de medir a un lado u a otro de Contreras. Diferencia que en política, por lo visto en este asunto, es mucho mayor de los 71 milímetros que antaño separaban la vara castellana respecto de la que se usaba en el Reino de Valencia. Pero las preguntas no deberían ser solo para Rajoy, también para el propio Camps. ¿Y en este último caso quién debería plantearlas? Por supuesto, la oposición parlamentaria, que ha puesto en ello un cierto empeño como han demostrado en numerosas ocasiones las diputadas de Compromís y el portavoz socialista Ángel Luna, cada vez más cómodo en su papel. ¿Solamente? Bueno, están también algunos medios de comunicación, que aún creen en el papel cívico que ha de jugar la prensa y en su aportación a la higiene democrática. Y cómo no, un delegado del Gobierno, que como en el caso de Ricardo Peralta está demostrando oficio y capacidad política.

Sin embargo, ahora que vuelve José Luis Perales, el tema de moda es ¿Y cómo es él? /¿de dónde es? / ¿A qué dedica el tiempo libre?, decimos, nos preguntamos, de Jorge Alarte, un político que desde que fue elegido secretario general de los socialistas valencianos ni está ni, mucho nos tememos, se le espera. Así las cosas Camps estará en Boston, pero Alarte parece que esté en California, de vacaciones naturalmente. Los cien días desde su elección se han cumplido sobradamente ¿Tiene Alarte discurso político? ¿Es capaz de hablar sin un papel delante? ¿A qué espera? ¿A qué dedica su tiempo libre?

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