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AL CIERRE
Columna
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La Rambla a ciegas

Bajé La Rambla a ciegas. Tengo la foto con los ojos vendados, pero el nuevo formato de la sección impide publicarla, de manera que deberán creerse al bustillo que da la cara -descubierta- por encima de estas líneas. Creo haber recorrido ese paseo en casi todas las modalidades. No lo he sobrevolado, es cierto, pero sí lo he explorado bajo tierra, con el metro. En cuanto a los desplazamientos de superficie, he utilizado el coche, la moto, la bici e incluso la calesa, acompañando a turistas a los que no conseguí disuadir. Por supuesto, la mayoría de veces me he movido a pie, aunque también lo he hecho a cuatro patas, en noches de las que prefiero no acordarme. Nunca había bajado La Rambla sin ver. Hasta que Tres me brindó la oportunidad.

Tres (Barcelona, 1956) es un artista performer que lleva años trabajando sobre el silencio. Ha realizado conciertos silenciosos -sin una sola nota- con la Banda Municipal y la de la Guardia Urbana montada (a caballo). Ha convocado cócteles y conferencias sin palabras y se ha hecho el muerto, estirado en el suelo con la cabeza encapuchada, por medio mundo: Nueva York, Berlín, Edimburgo, París, Pekín... De todo ello ha publicado un libro (The actions, 1981-2008) que el otro día presentó en el Arts Santa Mònica con una acción estruendosa, en la que acababa pegando tiros a una pancarta que rezaba: "No más silencio". El artista ha cambiado de etapa.

Previamente, Tres había convocado a los asistentes en Canaletes para bajar La Rambla con los ojos vendados, acompañados por lazarillos de libre elección. A mí me guió Agustí Carbonell, fotógrafo de talla disuasoria para quien pretendiera robarme la cartera aprovechándose de mi minusvalía transitoria. Resultó ser una experiencia interesante. Oyes retazos de conversaciones en todas las lenguas de Babel (entre ellas, "¿adónde van esos colgados?") y sobre todo, olores: inconfundible el de flores de La Rambla de las Flors, confundible con el de cualquier otra capital opulenta el de fritanga de La Rambla de los Caputxins y decididamente universal el de meados de la parte baja del paseo.

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