La Feria de Abril termina sin poder evitar la crisis
Las atracciones, con menos ingresos al cambiar de ubicación
"La Feria de Abril de la crisis", como coinciden en calificarla feriantes, miembros de asociaciones y asistentes, cerró ayer sus puertas tras 10 días de fiesta en el Fórum, muy distintos a los que había previsto la Federación de Entidades Andaluzas en Cataluña (FECAC): sin lograr animar a los asistentes a consumir y con un retorno a las esencias menos acentuado que el que perseguía la FECAC cuando quiso limitar a sevillanas y flamenco la música de las casetas.
Alaska y David Bisbal sonaban en la del PSUC-Viu, llenísima, mientras Maruja Ruiz, nacida en Granada y catalana desde 1949, defendía: "Con sevillanas, tienes que cerrar a las diez de la noche". Así que muchos puestos intercalaban sonidos tradicionales con discotequeros conforme anochecía y el público juvenil sustituía al familiar.
La FECAC aceptó estos hechos consumados, como hizo Paolo Roberto, un brasileño con varios puestos donde los asistentes bailaban salsa y tomaban mojitos. Frente a uno de ellos y caipirinha en mano, el joven dominicano Domingo Díaz decía: "Hubiese venido si sólo pusiesen sevillanas, porque me gusta el ambiente, pero quiero variedad".
Los centenares de personas vibrando con la salve rociera en la caseta de la FECAC y el éxito del flamenco que ofrecían los gitanos de La Mina en su puesto -tan lleno como el del PSUC-Viu- mostraban el equilibrio entre tradición y pachanga.
La crisis y la lluvia provocaron una caída de ingresos, aunque la organización cifra la asistencia en más de dos millones de personas. A pesar de que el ambiente, decaído durante los primeros días, terminó por animarse en las últimas dos noches, muchos puestos se contentaban con cubrir gastos. Los menos satisfechos fueron los feriantes. El Ayuntamiento relegó las ruidosas atracciones a la zona más alejada de los vecinos y más escondida del Fórum. Había que andar mucho y superar varias escaleras insalvables para carritos para llegar, por ejemplo, a la montaña rusa. Allí, Carmelo Cruz se lamentaba de que perdería dinero, pero no por la crisis. Las otras montañas rusas que su empresa monta en la feria de Sevilla ganan dinero, aseguraba.
También los alquileres hacían difícil obtener ganancias, denunciaba un latinoamericano residente en Manresa, que dormía en su puesto de bisutería para ahorrarse los viajes hasta la feria. Y Pepe Mula, amo de un mesón, añadía al alquiler los precios de las bebidas, que deben comprar a la FECAC. Allí, la botella de manzanilla se había encarecido este año medio euro.
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