Aflicción y resurrección
El tercero de la tarde le presentó pelea en buena lid a Tejela, y el torero se limitó a tener con él unas palabritas. Y, claro, ganó el toro. Toda la vida esperando un animal encastado, vibrante, codicioso y noble, le toca el gordo de la lotería en la mismísima Maestranza y deja pasar la ocasión sin pena ni gloria. Matías Tejela se colocó, dicho sea con todos los respetos, donde se sitúan los honorables hombres que se visten de luces, pero distó mucho de ser un torero de una pieza.
Las palabras pueden ser dolorosas, pero la verdad sólo tiene un camino. Y ese toro, que hizo una deslucida pelea en varas, galopó con alegría en el tercio de banderillas y llegó a la muleta pidiendo guerra. En el tercio lo citó de largo -era un toro para lucirlo en el centro del anillo-, y raudo acudió el animal detrás de la muleta con clase y creciente codicia. Mejoró su condición en la siguiente tanda, encastado y fiero, mientras el torero daba la sensación de haber perdido el mando y de aguantar las acometidas con más voluntad que firmeza. Hubo algún pasaje lucido, pero, ni de lejos, a la altura de la calidad de su oponente, que desistió de embestir cuando lo citó por la izquierda, aburrido de tanta sosería torera.
Fuente Ymbro / Ferrera, Vega, Tejela
Toros de Fuente Ymbro, el sexto como sobrero, bien presentados, mansurrones y descastados; encastado el tercero y dificultoso el sexto.
Antonio Ferrera: dos pinchazos y estocada (silencio); dos pinchazos y estocada (silencio).
Salvador Vega: pinchazo y estocada caída (silencio); estocada (silencio). Matías Tejela: media —aviso— (ovación); estocada (oreja).
Plaza de la Maestranza. 1 de mayo. Décimosexta corrida de feria. Lleno.
Todo el premio quedó reducido a una cariñosa ovación cuando Tejela debía haber paseado las dos orejas y erigirse en el triunfador de esta alicaída feria. Fue la historia de una aflicción.
Pero debe tener sangre en las venas este torero, y cuando se encontró al final con un más que deslucido animal, encastado y bronco, le plantó cara, se jugó el tipo, aguantó gañafones y le robó muletazos que llevaban el ay en los vuelos de la muleta. Se encaró con su enemigo, hizo un esfuerzo sobrehumano, y pareció que se erigía en vencedor del combate. Al final, una oreja, un muy escaso premio para un lote que exigía jugarse la vida sin cuento y salir de Sevilla con la vida resuelta.
Pero, al menos, había llegado la resurrección. El caso de Tejela no es único. Son muchos los toreros -ahí está el caso de Salvador Vega- que nunca acaban de dar el paso definitivo y toda su vida torera es un quiero y no puedo marcada por la impotencia. Ayer, Tejela sólo se la jugó a medias. Salvador Vega volvió a evidenciar su fragilidad y que está ayuno de voluntad de pelea. Seguirá en el ostracismo mientras no suene la flauta. Y Ferrera tuvo poca suerte y divirtió con las banderillas.
Canal Feria de Abril en el dial 114 de Digital +.
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