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El Primero de Mayo queda deslucido por una baja participación a pesar de la crisis

UGT y CC OO arremeten contra la patronal por pretender abaratar el despido

Lluís Pellicer

El paro preocupa, pero no moviliza. La manifestación unitaria de UGT y CC OO con motivo del Primero de Mayo sacó ayer a la calle en Barcelona a unas 9.000 personas, según la Guardia Urbana, cifra que los organizadores elevaron a 40.000. El número es similar al del año pasado, pero entonces ni la recesión era tan profunda ni el paro se había desbocado todavía. La apatía, no obstante, no contagió a los dirigentes sindicales, que arremetieron contra los empresarios por querer abaratar el despido y se guardaron en la manga la carta de la huelga general si las administraciones ceden a las pretensiones de la patronal.

Alrededor de las once de la mañana los líderes de UGT y CC OO temían que la lluvia desluciera la manifestación. Al cabo de unos minutos salió un sol radiante, pero no más gente a la calle. La marcha transcurrió de la plaza de Urquinaona a la de la Catedral bajo el lema Plantemos cara a la crisis: trabajo estable y protección social. Tras los dirigentes de CC OO y UGT se situaron representantes de los tres partidos catalanes de izquierdas (PSC, ERC e ICV-EUiA).

Hasta el momento de los discursos, la marcha transcurrió en un clima más festivo que reivindicativo. No abundaron las pancartas y las consignas, ni se dejaron notar muchos afectados por expedientes de regulación de empleo, salvo los de Cadbury e Inoxcrom, cuando sólo en febrero Trabajo aprobó 232 expedientes. Ni un cartel hacía referencia, por ejemplo, a los conflictos de Seat y Nissan. En cambio, sí acudieron muchos inmigrantes, más del 30% de los cuales están en el paro. En todo caso, la asistencia fue muy similar a la del año pasado, cuando la tasa de paro había escalado sólo hasta el 7,6%, frente al 16,2% de ahora.

Los dirigentes sindicales se cebaron en la patronal. "No podemos salir de esta crisis con un recorte de derechos sociales, sino a través de la inversión en innovación o infraestructuras", afirmó el secretario general de CC OO, Carles Gallego. El líder de UGT Josep Maria Álvarez rechazó cualquier reforma del mercado laboral que suponga recortar derechos de los trabajadores. Palo y zanahoria. Ambos sindicatos ofrecieron, aun así, pactar medidas con administraciones y empresas para salir de la crisis y parar la sangría de despidos. La consejera de Trabajo, Mar Serna, recogió el guante. Aseguró que no cabe sólo hablar de reformas laborales, por lo que buscará el consenso entre todos los agentes sociales.

El Primero de Mayo sólo logró congregar a 300 personas en Lleida, informa Lluís Visa, mientras que en Girona acudieron unas 1.000, entre ellos trabajadores de Trety, Aconda y Hutchinson, informa Natalia Iglesias. En Tarragona los sindicatos movilizaron a unas 2.500 personas.

Inmigrantes en la manifestación del Primero de Mayo.
Inmigrantes en la manifestación del Primero de Mayo.CARLES RIBAS

Despedidos a pesar de los beneficios

"Ya había venido, pero este año con más motivo", decía ayer un trabajador de Cadbury, que produce los chicles Trident, en la manifestación de UGT y CC OO. Llevaba camiseta lila, como sus compañeros, afectados por la amenaza de traslado a Polonia de la planta de la firma en El Prat. El portavoz del comité de empresa desvinculó el plan de la crisis: "La empresa tiene beneficios". El grupo lila destacaba entre los bloques de partidos, más habituales en la marcha.

No eran los únicos trabajadores que protestaban contra expedientes de regulación de empleo. Emilio Zarco, del comité de Serra-Aernnova, denunció: "Ahora todos se aprovechan de la crisis para despedir". Su empresa es del sector de la automoción, como Aismalibar y Ficosa, cuyos empleados formaban otros bloques. Delante de ellos marchaban cargos del PSC. "Está bien, pero que no hagan el discurso y se marchen hasta el año que viene". Antoni Sánchez, de Inoxcrom, resumía así una reclamación muy extendida.

A otro grupo, ya habitual, de inmigrantes que celebran el Primero de Mayo, se sumaron esta vez italianos del nuevo partido Sinistra. "Queremos la unidad de la izquierda", explicaban justo antes de toparse con una compatriota, de izquierdas, pero de otro partido.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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