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CÁMARA OCULTA
Columna
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Tiempo al tiempo

"Ay, si fuese sólo el cine...", escribía Antonio Gala en El Mundo hace unos días. Y es que si, por ejemplo, como Juan Marsé mantiene, al cine español le falta talento, deberá admitirse que también se publican en España novelas malas y hasta muy malas, no precisamente las suyas, que han inspirado algunas películas notables. Naturalmente que hay películas malas, la mayoría de las que se hacen en el mundo lo son. Sin ir más lejos, en el festival de Málaga se han estrenado esta semana algunas. A veces ha bastado con ver los rostros de los jurados al salir del cine para comprenderlo.

Muchos periodistas repiten que las películas españolas son malas sin molestarse en ir a verlas. Y aunque la minindustria del cine español no esté más protegida que otras industrias en este país, no se apean del tópico de que los del cine son unos sinvergüenzas mantenidos a cuerpo de rey por el contribuyente. ABC incluso ha publicado un reportaje sobre la nueva ministra de Cultura, guionista y directora, en la que se la califica de "ministra subvencionada", como si ella se hubiera llevado a casa las ayudas a las películas en las que ha trabajado. El cine español se ha transformado en arma arrojadiza para muchos que no se molestan en acudir a verlo por sí mismos. Sigue siendo un absurdo tema de debate en la prensa, pero en los corrillos del festival de Málaga el disgusto versa ahora sobre las nuevas decisiones del Gobierno respecto a las relaciones económicas con las televisiones. "Si el dinero de las teles va a partir de ahora a las series, se acabará el cine español", auguran los agoreos.

Pero a la chita callando, en lugares estratégicos de Málaga se están exponiendo los guiones editados por Ochoymedio en los últimos años, y al verlos sorprende recordar la cantidad de buenas películas que se han hecho. Parece que hay que dejar que pase un tiempo para que cada película encuentre su justo lugar. Por ejemplo, Plácido, de Berlanga, que David Trueba, cineasta y novelista, esgrimía en este periódico inquiriendo a Juan Marsé por su equivalente en la literatura española. Olvidaba Trueba que en el momento de su estreno Plácido obtuvo un rotundo fracaso de público. ¿Y si estuviera pasando hoy algo parecido? Tiempo al tiempo, aunque no sea consuelo para quienes están invirtiendo hoy en cine.

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