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Plan de movilidad en el País Vasco

Expertos piden incentivos para que las empresas vuelvan a las urbes

Los ecologistas creen que el transporte público ya "ha tocado techo"

¿Cómo se sigue frenando al coche? Las opiniones son variadas, pero los expertos coinciden en que una de las claves puede ser atraer la actividad económica a las urbes vascas. "Habría que ofrecer incentivos fiscales a las empresas para que vayan a la ciudad en vez de a la periferia", expresa el ingeniero Mikel Murga. El problema es que el suelo urbano es bastante más caro, lo que ahuyenta a los empresarios a la hora de ubicarse en los centros urbanos.

"Por eso hay que estimularles", agrega Murga. "Evidentemente no se pueden poner pabellones industriales en la ciudad, pero sí las oficinas. Ambas no tienen por qué estar en la misma ubicación. Ya es hora de hablar de los parques tecnológicos urbanos, porque en nuestra economía, aunque persiste la industria, cada vez tiene más incidencia el sector servicios. Además, estar en la ciudad te permite tener un contacto directo con otra gente y entablar negocios en la calle", añade

Mikel Murga dice que el 60% del empleo podría estar en la ciudad
Los actuales parques tecnológicos obligan a utilizar el vehículo
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La ciudad va frenando al coche

Este experto calcula que el 60% del empleo actual podría localizarse en las capitales. "Por ejemplo, el 80% de la actividad del Parque Tecnológico de Zamudio puede estar en Bilbao, lo que evitaría todos los desplazamientos y los atascos que hay a diario en el corredor del Txorierri" [la circunvalación que cierra el anillo metropolitanao en torno a Bilbao y que ha tenido que ampliarse a tres carriles a los pocos años de su apertura].

José Félix Basozabal comparte la idea. "Toda actividad económica que puede hacerlo, debería implantarse en las ciudades. Y para eso están las instituciones, para incentivar a las empresas a que lo hagan", manifiesta. Por eso el ex diputado foral de Transportes cree muy acertado que facultades universitarias se integren en las ciudades, como existe con el proyecto del campus tecnológico en San Mamés, en Bilbao, o la integración en Vitoria del área universitaria con el proyecto del soterramiento.

"No tenemos suelo pero sí aire", indica Murga al recordar el proyecto de la nueva sede central de Iberdrola en Abandoibarra, en Bilbao, en una torre de 165 metros de altura y 40 plantas. Asegura que los parques tecnológicos fuera de las ciudades obligan a tener un vehículo, "que puede suponer un coste de 5.000 euros al año y es un dinero que se podría gastar en la economía local y nos repercutiría mucho más. Ante esto, algunos dicen que cómo vamos a utilizar menos coches si hacemos muchos componentes a través de nuestra potente industria de automoción. Pero los coches no los tenemos que comprar nosotros. Tampoco la mayoría de los directivos de Philip Morris consumen tabaco, como lo han reconocido".

En la capital vizcaína su plan de expansión más importante, el de Zorrozaurre, prevé combinar los usos residenciales con actividad económica. "Esa es la apuesta, de esa industria de bata blanca, no contaminante", dice el concejal Asier Abaunza.

"Atraer la actividad económica es una de las claves [para luchar contra el coche]", dice Kike Antolín, de Ekologistak Martxan. "El problema es a ver quién asume los costes de ese suelo". Los ecologistas creen que el transporte público "ha tocado techo" y defienden ampliar las redes peatonales a los barrios periféricos. "Creemos que hay que redefinir el transporte público y, por ejemplo, realizar conexiones circulares que no obliguen a pasar por el centro para ir de una parte a otra de la ciudad".

Antolín cree "cuestionable" los planes de nuevos aparcamentos en los centros de las ciudades, "porque se estimula a que entre más el coche".

Basozabal, que tiene una empresa dedicada a proyectos de movilidad y transporte, también piensa en otras medidas y él está trabajando en un estudio para optimizar la carga y descarga en establecimientos comerciales y hosteleros, una labor que provoca dobles filas y problemas de tráfico en las urbes por la falta de aparcamiento para los repartidores. "Se puede hacer pero requiere una gran coordinación y poner de acuerdo a muchas partes".

Y además de la actividad económica, se pueden atraer otros sectores como el educativo. Los colegios fuera de las ciudades, implantados en las décadas pasadas, supusieron "una inversión inmobiliaria que benefició a comunidades religiosas pero que fue un atraco a la juventud. Al niño que lo metes en un autobús, no madura. Es mucho mejor, para ellos y para nosotros, que tenga el colegio en la ciudad y vaya a pie, haga sus travesuras o se encuentre sus problemas".

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