Ruinas en Ciutat Vella
El centro de Valencia, entre la rehabilitación y el abandono
La junta municipal de Ciutat Vella, en Valencia, acaba de convocar su undécimo Concurs Fotogràfic, que este año escoge como motivo las fachadas y balcones de este distrito "rico en edificios singulares, todos llenos de arte y nunca suficientemente contemplados". Es bien cierto que a los concursantes no les faltarán inmuebles bellos que retratar, pero en muchas calles tendrán que enfocar con paciencia su objetivo si quieren evitar que en la imagen se cuelen también edificios que exhiben su ruina sin paliativos o la ocultan bajo mallas de protección.
El casco antiguo de Valencia, del que afirman que es el más grande de Europa, se debate entre la lenta rehabilitación de sus calles e inmuebles y el abandono de muchos otros abocados al derribo si no se interviene. Esta misma semana cayó la fachada protegida de la Casa Solaz, en la calle del Pintor Fillol en El Carme, cansada del retraso de años en la restauración integral de su estructura. Pocos días después, el Ayuntamiento anunció el corte planificado de la calle de Guillem Sorolla para demoler el número 31, que ya no se puede salvar.Este edificio forma parte de una lista de 124 elaborada por entidades vecinales y el grupo socialista para preguntar al equipo de gobierno del PP sobre su situación. Podría haberse incluido otro centenar, afirman fuentes socialistas, pero los escogidos son un número suficiente para evaluar la degradación en el centro.
La lectura de las respuestas del Ayuntamiento es desoladora. Sólo 11 de los 124 edificios han pasado la Inspección Técnica de Edificios (ITE), que según la normativa urbanística deben superar cada cinco años los inmuebles de más de 50 años. El Ayuntamiento firmó para ello un convenio con el Colegio de Arquitectos que, a juicio de la oposición, no ha servido para impulsar las revisiones y prevenir el deterioro. Además, el gobierno local considera que "no procede" informar a los propietarios de esta obligación legal y, por tanto, "no la notifica de oficio".
El Consistorio puede exigir a los propietarios de los inmuebles que cumplan con el deber legal de conservarlos. Lo hace a través de órdenes de ejecución que, sin embargo, en la mayoría de los casos sólo tramita cuando media denuncia vecinal, de los bomberos o la policía por un riesgo evidente. Según la respuesta del PP a los socialistas, son 32 las órdenes expedidas en relación con los 124 edificios del listado. A partir de esa notificación, los dueños de las casas tienen un año para pedir una licencia de obras. En caso contrario, se inicia el procedimiento para incluir sus posesiones en el Registro Municipal de Solares y Edificios a Rehabilitar que se aprobó en 1997 para impulsar la recuperación de Ciutat Vella. Una vez en el registro, el edificio puede ser expropiado por el Ayuntamiento para su restauración, y también cabe la opción de que un particular, como en el caso de los PAI, presente un programa de actuación aislada y se haga cargo del inmueble pagando a la propiedad su parte.
"El registro es un instrumento potentísimo para actuar en el centro histórico, pero el Ayuntamiento parece que es alérgico a utilizarlo o no lo hace por desidia", critica el concejal del PSPV Vicente González Móstoles. Así lo revela el hecho de que el número de edificios inscritos en el registro "sea igual a cero". Desde su creación sólo han pasado provisionalmente por el registro dos inmuebles en la plaza del Doctor Collado a propuesta de un propietario que se acogió a esa posibilidad para optar a una actuación aislada. En otros 12 casos se ha abierto expediente para incluir el edificio en el registro, y todos los propietarios se apresuraron a pedir licencia para evitar una expropiación o intervención de terceros. Pero en no pocos casos esos permisos ya han caducado "sin que se haya rehabilitado el edificio", denuncia González Móstoles. Y sin que las casas pasen al registro, "por lo que al final es un instrumento inoperante".
Recientemente, la comisión de Urbanismo decidió que intervenga en un edificio la empresa municipal Aumsa después de que el dueño haya ignorado durante siete años la orden de rehabilitarlo. No es un caso frecuente, y los proyectos propios de Aumsa en el centro son escasas y avanzan con lentitud, al igual que las del Instituto Valenciano de Vivienda -con más promociones que el Ayuntamiento-. Mientras, la iniciativa privada se retrae por los condicionantes de trabajar en un centro histórico sujeto a protección y en el que es frecuente que aparezcan restos arqueológicos que obligan a parar las obras.
De esta forma, en Ciutat Vella conviven edificios deteriorados y restaurados, un contraste que al final revela que queda mucho por hacer. De la relación de 124 inmuebles en ruina o semirruina hay 26 que tienen actualmente licencia para rehabilitar, según las contestaciones del PP. Pero no hay un seguimiento concreto, y no todos comienzan las obras. "Uf, ese edificio lleva por lo menos 10 años cerrado", afirma Patricia de la Viña, de 42 años, cuando se le pregunta por el inmueble frente a su paquetería en la calle de Flassaders, junto a la plaza de la Mercé. La fachada, el inmueble entero, pide a gritos una rehabilitación. En cambio, a la vuelta de la esquina, en Músico Peydró, avanzan a buen ritmo los arreglos de un gran casa señorial sobre la que preguntaba también el PSPV. "Dentro de un mes ponen el andamio en la fachada", comenta Fernando Irún, con un negocio en el inmueble. Unos metros más allá, otra edificación se sostiene con un apuntalamiento de urgencia. El esplendor pasado apenas se adivina ya en muchos edificios de la calle de Maldonado, o en Recaredo, en Balmes, Carniceros, Calabazas, Vinatea...
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