¡Mentira! ¡Mentira!
Lo ocurrido ayer en Sevilla es una mentira como una casa. Mentirosos los toros y mentirosos los toreros; mentiroso, también, el ganadero, que cosechó un sonoro fracaso. Los toros no eran toros. Lo que salió por chiqueros era un espécimen triste, atribulado, agotado, de cara enfermiza, descastado, inválido, sin recorrido, sin calidad, sin alegría... Además, el encierro fue anovillado, de indecorosa presencia, y con los pitones sospechosamente manipulados algunos de ellos y con un preocupante comportamiento, como si estuvieran enfermos o borrachos.
No es comprensible que los toros salgan con los pitones escobillados, como fue el caso del primero y el quinto, ni que los andares de los cinco primeros imitaran el aire cansino de un cerdo en sus horas postreras. Ninguno de los seis tuvo recorrido en los engaños; ni acudió con franquía a los caballos, y todos demostraron una grave ausencia de calidad.
Zalduendo / Morante, El Cid, Manzanares
Toros de Zalduendo, mal presentados, descastados, flojos y sospechosos de pitones y comportamiento.
Morante de la Puebla: tres pinchazos, media ladeada y dos descabellos; tres pinchazos y media.
El Cid: estocada caída; pinchazo y estocada.
José María Manzanares: estocada y descabello; estocada y descabello.
Plaza de la Maestranza. 12 de abril. Inauguración de la temporada. Lleno.
¿Y los toreros? Ay, estos diestros modernos... ¡Qué cara de jubilados! Tristísimo Morante; circunspecto y torpe el siempre poderoso Cid, y más animoso Manzanares. No hubo toros, es verdad, pero tampoco abundaron los toreros. ¡Qué actitud más apática, qué conformismo...! Si el toro es de carril, la figura se pone flamenca; si el becerro plantea dificultades, tira por la calle de en medio, pone cara de pocos amigos, y adiós, muy buenas.
Fracaso de estas figuras mentirosas, acomodadas y desesperadas ante animalitos sin calidad. Se salvó de la quema, en honor a la verdad, Manzanares, que lo intentó más y se jugó el tipo ante el difícultoso sexto, que tiraba tornillazos al corbatín del torero.
Babelia
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