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Un Aberri Eguna para el cambio

El PNV recuperará hoy su discurso más identitario en el Día de la Patria vasca - Descargará su ira por el acuerdo entre PSE y PP y reforzará su unidad interna

"Nos viene en el mejor momento". Posiblemente en un deliberado intento por sacudirse la presión, el PNV, cuando se encuentra en vísperas de abandonar por primera vez en 30 años el Gobierno vasco, dibuja un paisaje optimista para presentarse ante los suyos en un Aberri Eguna insertado en un marco inusual: el poder autonómico transita hacia el cambio de manos. "Todos los que van a ir a nuestro acto saben que hemos ganado y por qué no nos dejan seguir; por eso estamos tranquilos", advierte un jeltzale envuelto en los últimos retoques organizativos de la fiesta prevista para hoy. "Hay más peticiones que nunca para la comida popular y muchos van a cortar sus vacaciones para estar aquí", en la Plaza Nueva de Bilbao, recuerda a modo de termómetro político.

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Un mensaje "muy político"

"El Aberri Eguna no es lo mismo que nuestro Alderdi", precisan desde el PNV. De ahí que el doble discurso previsto de Iñigo Urkullu y Juan José Ibarretxe vaya a tener un marcado acento político "con mayor proyección", proclive a condensar las esencias íntimas del partido "que siempre ha considerado a Euskadi como una nación". Por tanto, el sello identitario volverá a aparecer en la oratoria peneuvista, de donde desapareció intencionadamente durante la campaña electoral, eclipsado por la crisis económica.

Sonará, por tanto, una música soberanista, mucho más asociada a Ibarretxe, a la que éste ha recurrido prácticamente desde que ganó en 2001 con aquella holgura que le convirtió en referente del alma independentista de su partido. En un Aberri Eguna con el PSE y el PP a punto de marcar el ritmo autonómico vasco, Urkullu no le andará a la zaga en el cariz abertzale de su intervención. Eso sí, para ambos Madrid será el destinatario del "cabreo" que ha provocado la actitud socialista desde las elecciones del 1-M y, en mayor medida, la del propio presidente del Gobierno central, en quien se había depositado "cierta confianza" de que, al final, podría alcanzarse un acuerdo PNV-PSE.

Así las cosas, resulta fácil de pronosticar que las diatribas contra "el frentismo", atribuido al acuerdo PSE-PP, serán una constante en el mitin nacionalista. Y, por extensión, hacia Rodríguez Zapatero, convertido ahora en "la imagen de la mentira, de alguien de quien ya no nos podemos fiar", como reconoce un diputado nacionalista.

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Por todo ello, dicen en el PNV, "no tenemos que esforzarnos mucho para contar lo que la gente está viendo con sus propios ojos". De ahí que los mensajes del presidente del EBB y del todavía lehendakari vayan entrelazados, aunque sobre escenarios bien diferenciados. Para el PNV, "socialistas y populares no quieren las esencias de este país [vasco] y mucho nos tememos que vamos a sufrir grandes retrocesos en lo que suponen nuestras señas de identidad".

Un partido más unido que nunca

Dolidos, muy dolidos con la actitud del PSE-EE, en el PNV encaran el Aberri Eguna de hoy más unidos que nunca. Significativas voces discrepantes durante gran parte de la pasada legislatura aceptan a coro que "el partido está más fuerte que nunca" y así se exhibe desde la campaña del 1-M. "Urkullu puede tener a gala que jamás hemos visto y sentido tanta unidad interna", subraya con honda satisfacción uno de sus colaboradores.

Quizás "las desgracias unan", como reconoce con cierta desazón uno de sus dirigentes, pero es evidente que desde hace mucho tiempo "nadie saca a relucir aquí ni fuera lo de las dos almas". La explicación desde la sala de máquinas de Sabin Etxea es muy nítida: "Hemos ganado, tenemos más votos, más parlamentarios y nos han echado para hacer un Gobierno frentista que no quiere la sociedad vasca". Un discurso recurrente, pero con la suficiente carga y sensibilidad política para aglutinar ahora al PNV, precisamente cuando más lo necesita por el duro revés que le supone la pérdida del poder en Euskadi.

Uno de los muchos cargos gubernamentales que abandonará en breve sus funciones en la sede de la Administración vasca en Lakua, (Vitoria) mantiene como máxima: "Si sabemos hacer oposición, dentro de cuatro años volveremos; si nos empeñamos en hacer otra cosa, les dejamos seguir otros cuatro años". En la dirección nacionalista hay un "lógico silencio", porque "todavía no ha habido debate alguno" sobre el método a seguir, reconocen desde el propio aparato. ¿A partir de cuándo se hará? Posiblemente la respuesta está ligada al futuro de Ibarretxe.

Nadie sabe lo que hará el 'lehendakari'

"Se encuentra pendiente de todo, trabajando como siempre ha hecho y así seguirá hasta el último minuto", cuentan desde Ajuria Enea a propósito de Juan José Ibarretxe, quien guarda con absoluto sigilo el secreto más codiciado a fecha de hoy en el País Vasco: ¿qué va a hacer en esta legislatura? Nadie, ni siquiera Urkullu ni sus asesores más directos, tienen una referencia siquiera aleatoria sobre el signo de su futuro. "Es su forma de ser", reconocen, al tiempo que dan por hecho que "el lehendakari ya tiene la decisión tomada y sabe hasta cuándo y cómo la va a dar a conocer".

Todo hace indicar que Ibarretxe recibirá hoy un baño de adhesiones. Como ya ocurriera en actos de hondo calado interno (como la presentación del proceso Think Gaur en el BEC), los afiliados se vuelcan con el lehendakari en una muestra inequívoca de su liderazgo. Con su oratoria a ras de suelo sabe tocar la fibra nacionalista de quienes le escuchan y en fiestas como el Aberri Eguna la simbiosis está garantizada de antemano. Además, recibirá el cálido consuelo de quienes le dieron su voto para que siguiera gobernando y ahora no pueden ser correspondidos por el pacto que más inquina les provoca. Con imágenes así es difícil sustraerse a la idea de que Ibarretxe "no pudiera ser algún día el presidente del partido" como empieza a circular. Para muchos, hoy en día "eso son palabras mayores y no va a ocurrir". Un alto cargo institucional reconoce que, de entrada, "para esas cosas tendría que hablar primero con el partido".

Mientras tanto, la confluencia de estrategias "es total" entre partido y Gobierno, un espacio común evidenciado durante la campaña y amplificado en la escenificación de la voluntad de acuerdo del PNV con el resto de los partidos."Es posible que en este tipo de situaciones, el hombro de uno tienda a arrimarse al del otro", describe un colaborador de ambos dirigentes para interpretar la comunión de intereses a la que se asiste.

En el PNV asumen que la figura "de lehendakari" de Ibarretxe condiciona de entrada "y mucho" el debate sobre la oposición en el Parlamento al futuro Gobierno vasco. "Su imagen se va a seguir viendo de una manera muy institucional. porque han sido muchos años y siempre pasa con todos los lehendakaris", reconoce un diputado. "Pero no vamos a hacer una cosa cuando esté él y otra en el caso de que no siga", advierten. Eso sí, será una oposición sin tibiezas. "¿Ahora se queja el PSE y el PP de que les estamos preparando una oposición dura? Estos no saben lo que puede ser una oposición dura", auguran desde fuentes gubernamentales.

En la dirección del EBB, no obstante, son "muy conscientes" de la "indignación subida" que se aprecia entre la afiliación -sobre todo la más joven- contra la actitud "hambrienta de poder" del PSE, especialmente, tras la suerte electoral. "Nadie pensaba en llegar a 30 diputados, y cuando los tenemos en la mano, no nos dejan gobernar, porque tienen tantas ansias de revancha que ni siquiera escuchan lo que nos pide este pueblo", agrega un jeltzale.

La conquista de ese resultado electoral supone para algunos dirigentes del PNV "una gran razón de peso" que lleve a Ibarretxe a "seguir el tiempo que quiera". Y si lo hace, ¿hasta cuándo es lo prudente? Demasiadas preguntas incluso para el propio Urkullu, muy reforzado internamente en los últimos meses. "Todo esto se soluciona cuando un día los dos [Urkullu e Ibarretxe] se sienten y lo dejen decidido, porque todos lo vamos a aceptar".

El rechazo de los no nacionalistas

Las fuerzas no nacionalistas exhiben tal desafecto por el Aberri Eguna que ya han amortizado el mensaje identitario que hoy se escuchará en Bilbao (PNV), en Gernika (EA) y en Hendaya (el Foro de Debate Nacional). Alejado el PSE de aquellas históricas celebraciones conjuntas, ni siquiera Ezker Batua siente la tentación de remover posiciones. Su nueva dirección, por ejemplo, se plantea un ambicioso objetivo político que pasa por "aspirar a una celebración unitaria", pero hasta entonces prefiere el pragmatismo de "centrar todos los esfuerzos en atender la crisis que nos rodea".

Los socialistas son mucho más tajantes. En Eskoriatza (Guipúzcoa), donde gobierna EA, no se anduvieron por las ramas y en el pleno municipal consideraron el Día de la Patria vasca una fiesta "partidista, confesional y no un fiesta de país". En el mismo territorio guipuzcoano, en Mondragón, donde las heridas tras el asesinato de Isaías Carrasco siguen demasiado abiertas, el voto de calidad de la alcaldesa, Inocencia Galparsoro, de ANV, decidió a favor de la moción abertzale del Aberri Eguna (Grupo Mixto, EA y Aralar), pero el PSE no lo dudó en la explicación de su voto: "La nación es España".

Ibarretxe (en el centro) habla con Joseba Egibar en presencia de Iñigo Urkullu durante la celebración por el PNV del Aberri Eguna el año pasado en Bilbao.
Ibarretxe (en el centro) habla con Joseba Egibar en presencia de Iñigo Urkullu durante la celebración por el PNV del Aberri Eguna el año pasado en Bilbao.JESÚS URIARTE

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