Don de lenguas
No cabe ninguna duda de nuestros logros sociales en estos últimos 30 años. Por ejemplo, en educación, y más concretamente en la enseñanza de idiomas. Por eso produce tanta satisfacción y confianza ver cómo el presidente del Gobierno de España, entre tanto comensal ilustre, no se entera de nada en una de esas cenas donde el futuro de la gobernanza global se discute en inglés.
Tampoco lo debió pasar muy bien Aznar en parecidas circunstancias. González se manejaba en francés con Chirac y poco más. Cuando Suárez, este tipo de cumbres no se llevaban; eso que nos evitamos.
El desconocimiento de idiomas no deja de ser una señal de las carencias de otras muchas competencias que deben adornar a un buen gobernante.
No conozco la soltura de Rajoy con el inglés, pero sería conveniente que fuera tomando clases. Por su bien y por el nuestro. ¿Para cuándo un presidente electo que hable inglés? Da vergüenza ajena.
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