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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Son Goku 'lobotomizado'

A principios de los noventa, cuando el consumo de manga y anime entre los adolescentes españoles aún no se había erigido en subcultura perfectamente articulada, la emisión de la serie Dragonball en algunas televisiones autonómicas generó un fenómeno tan singular como posibilista: los aficionados facturaban con armas domésticas su propio merchandising, que era tosco objeto de trueque en mercadillos dominicales y otros puntos de encuentro. Ha llovido mucho, pues, entre esos trabajos manuales y esta más o menos lujosa adaptación cinematográfica respaldada por un gran estudio; una película que, en suma, no sirve sino para añorar lo que, en su día, resultaba tan seductor en la obra de Akira Toriyama: el espíritu lúdico, las notas picantes, los constantes tránsitos entre lo épico y lo cómico, el choque entre los ecos del cine de Jackie Chan y el corpus mitológico del Rey Mono recogido en el clásico anónimo Viaje al Oeste (1590)...

DRAGONBALL EVOLUTION

Dirección: James Wong.

Intérpretes: Justin Chatwin, Emmy Rossum, Chow Yun Fat, Jamie Chung, James Marsters.

Género: fantástico. EE UU, 2009.

Duración: 84 minutos.

En 1989, la película taiwanesa Xin qi long zhu ya adaptó la saga de manera extraoficial con la tosquedad característica de un producto pirata de la era analógica. Dragonball evolution podría acompañar a ese trabajo en un esclarecedor programa doble sobre las muchas pieles de la tergiversación: la película de James Wong reduce el imaginario de Toriyama a una suerte de reducción idiota en clave adolescente, que casi está a punto de parecer una grata anomalía en estos tiempos de obsesiva (y, por lo general, nada ligera) fidelidad a las fuentes. Hay que reconocer a Dragonball evolution el mérito de incluir la línea de diálogo más psicotrónica de la temporada -"No por llamarme Chi Chi tengo que ser tonta"-, pero muy poco más puede colocarse en su haber: duele especialmente leer el nombre de Stephen Chow -uno de los más portentosos creadores de cine dionisíaco en activo- vinculado a la producción y también comprobar cómo Chow Yun Fat no tiene excesivo reparo en seguir enterrando su leyenda. Quien tenga paciencia para aguantar los créditos finales se dará cuenta de lo peor: al parecer, la cosa tiene garantizada su secuela.

Vídeo: FOX
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