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Reportaje:NATURALEZA

El 'Gran Hermano' de los linces

Se complica la historia. Al cuento le han salido numerosos personajes y se ha transformado en todo un culebrón. Artemisa es muy miedosa; a saber qué han visto sus ojos, qué le pasó de pequeña, porque apareció abandonada en el alféizar de una ventana. Aura es una madre muy diestra, sabe mantener la armonía en la camada. Sin embargo, Esperanza es muy brusca, no controla bien su fuerza y un mal día se excedió al intervenir en una disputa entre hermanos y mató a Doñana, una de sus hijas. Sali es un encanto, está siempre muy pendiente de los suyos, pero el animal tiene la mala suerte de que le salen cachorros muy agresivos, muy peleones; hay que reconocerle su habilidad para mantener el orden familiar. Aunque todos tienen su punto, entre los chicos hay uno, Eco, que levanta muchas simpatías, desprende un carisma especial, quizá porque le abandonó la madre con tan sólo una semana, y su crianza a biberón fue una pequeña torturilla para los seres humanos, comía fatal, sólo pensaba en jugar; ahora comparte habitación con Espina, a ver qué tal les va? Y luego está Morena, de 20 años, toda una institución en Doñana, fundadora del plan de cría en cautividad cuando ni siquiera era un plan; aunque no ha podido realizarse como madre, ella siempre se ha mostrado muy segura, con la autoestima muy alta.

El Proyecto Life para salvar el lince está dotado con 26 millones de euros hasta el año 2011
En la naturaleza, el 90% de los animales están fotografiados. En cautividad se les vigila las 24 horas
El mayor problema surgido enla cría en cautividad son las peleas a muerte entre hermanos
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Hace cuatro años,

El País Semanal contaba en exclusiva digna de papel cuché los 100 primeros días de Brisa y Brezo, los primeros linces ibéricos (Lynx pardinus) nacidos en cautividad, fruto de una noche de cópulas y pasión entre Sali y Garfio, dos extraordinarios ejemplares ?nerviosa y mal encarada ella; apuesto y noblote él? procedentes de Sierra Morena y que en 2003 pasaron a integrarse en el núcleo inicial del plan de cría en el centro de El Acebuche, en el parque nacional de Doñana (Huelva). Entonces los datos sobre el felino más amenazado del planeta resultaban descorazonadores: menos de 200 ejemplares en libertad, distribuidos en dos núcleos separados: Doñana y Sierra Morena; a los que había que añadir 12 animales en El Acebuche y otros 3 en el zoo de Jerez, para echar a andar el programa de conservación ex situ (así lo llaman los biólogos, para diferenciarlo de las actuaciones practicadas en la naturaleza, o sea, in situ).

Hoy, la situación de este gran gato salvaje sigue siendo preocupante, pero se han abierto muchas puertas al optimismo y al futuro. Da datos Miguel Ángel Simón, director del Proyecto de Conservación in situ de la Junta de Andalucía: ?Quedan unos 200 ejemplares; 150 en Sierra Morena y 50 en Doñana, en el parque nacional y su entorno. Ahora podemos dar esta cifra con total precisión, porque el seguimiento es exhaustivo. Hemos fotografiado con cámaras en el campo al 90% de los ejemplares, y tenemos radiomarcados 34 animales. Y podemos decir que hace cinco años no quedaban 200, que esa cifra era muy optimista, sino unos 120. La población de Doñana se encuentra estabilizada en torno a los 50 ejemplares, pero en Sierra Morena se ha duplicado en estos cinco años?. El gran problema para su despegue en libertad sigue siendo la escasez de comida (de conejo), más los daños al hábitat y los atropellos. Entre los veranos de 2001 y 2008 se localizaron 64 cadáveres de linces en la naturaleza, de ellos, 23 murieron en la carretera. Es decir, una cifra de extraordinaria vulnerabilidad, por más que la Conferencia Episcopal haya elegido este animal como ejemplo de hiperprotección en su campaña contra el aborto.

Astrid Vargas, directora del Programa de Cría para la Conservación del Lince Ibérico, explica que en cautividad hay ya 60 animales, de los cuales 24 han nacido entre vallas desde 2005 (otros siete murieron, sobre todo por nacimiento prematuro). A El Acebuche y el zoo de Jerez se han sumado las instalaciones de La Olivilla, en Jaén, abiertas por la Junta de Andalucía. El resto de los animales llegaron al plan a través de recogidas selectivas en la naturaleza para crear una base de progenitores lo suficientemente amplia como para mantener la variedad genética de la especie. Lo importante es que hay 19 hembras con capacidad reproductora. Esta primavera esperan que nazcan más de 20 cachorros entre los tres centros.

Y hay otros tres centros preparándose para acoger inquilinos: uno a cargo de Portugal, en el Algarve; otro por parte de la Junta de Extremadura, en Granadilla (Cáceres), y un tercero de Castilla-La Mancha, dentro de Cabañeros; estos dos con ayuda del Gobierno central.

La trama se enreda. Los escenarios se multiplican. Los experimentos de parejas también. Sin contar los personajes bípedos de Antonio Banderas ?productor y padrino de la película de animación El lince perdido, estrenada con éxito en Navidad? y los obispos ?que han llenado de linces los 30.000 carteles y los 8 millones de dípticos de su campaña contra la nueva ley del aborto?, ahora se han añadido a este Gran Hermano en que todo se espía, graba, vigila y documenta (y se emiten las mejores imágenes a través de una pantalla en el centro de visitantes de El Acebuche): Espiga, Enea y Erica; Dalai, Duna y Dama; Elfo, Eros, Eón, Castañuela, Camarina, Cynara? No es casualidad que todos los nombres comiencen por B, C, D y E. A los cachorros nacidos cada año se les bautiza con nombres que comienzan por una letra siguiendo el orden alfabético; así es fácil identificar la fecha de la camada. Quienes se llaman con nombres que comienzan por B nacieron en 2005; los de la C corresponden a 2006; la D, a 2007, y la E, a 2008. Este año les toca la F a los pequeños; esperemos que no sean feos ni fofos ni finstros. Ningún nombre comienza por A porque en 2004 no nació ningún animal en cautividad.

Tras muchos años de parálisis, el proyecto de cría en cautividad se desbloqueó con la llegada de Astrid Vargas ?le precedía el prestigio de haber ayudado a salvar al turón de patas negras en EE?UU; quedaban sólo 18, y ella y su equipo lograron que nacieran 2.500 en cautividad en 10 años?. Ahora prácticamente todo son felicitaciones y buen entendimiento entre las partes implicadas en salvar al lynx. Tanto Simón como Vargas reconocen que gran parte de las críticas externas surgen por la parte monetaria. El coste anual de un centro como El Acebuche, con una decena de trabajadores y capacidad para entre 20 y 30 animales, es de unos 400.000 euros al año. Y el presupuesto del Proyecto Life (así se llaman los planes de conservación de especies y espacios que cuentan con el aval de la Comisión Europea) para 2006-2011 asciende a 26 millones de euros, de los cuales la Junta de Andalucía pone en torno al 50%, la Comisión Europea, casi 10 millones, y el Gobierno central, 2 millones; el resto lo aportan desde asociaciones de cazadores hasta organizaciones ecologistas como WWF/Adena. Miguel Ángel Simón enseguida sale al quite: ?No, por favor, no haga la cuenta de cuánto nos cuesta cada lince?. Son 26 millones entre 200 animales en libertad: 130.000 euros por cabeza. ?Se trata de dar viabilidad a una forma de entender la gestión del territorio en la que se respeta un ecosistema tan valioso como es el monte mediterráneo, donde el lince es su principal indicador de salud. El proyecto va dirigido a cuidar el hábitat; tenemos convenios para mejorar la gestión de 150.000 hectáreas en Andalucía. Así que, en todo caso, haga la división de los 26 millones entre esas 150.000 hectáreas?. Son 173 euros.

Pregunta a Astrid Vargas: A la vista del éxito, quizá deberíamos decir que la empresa no era tan difícil como se decía, ¿no? ?Pues yo pensaba que iba a ser más fácil, sinceramente. Por ejemplo, me han sorprendido las relaciones de pareja. No siempre funcionan. Tú juntas un macho y una hembra pensando que van a copular sin problema. Y resulta que no se hacen ni caso. Tiene que haber química entre ellos. Otra dificultad: los abandonos de madres primerizas; que no se hacen cargo de sus hijos y entonces hemos de criarlos a biberón; hasta 36 biberones al día dábamos el año pasado. Pero el problema número uno, al que mayor atención debemos prestar y no nos podemos despistar ni un segundo, son las peleas entre hermanos cuando tienen entre seis y ocho semanas. Son muy violentas, y la madre ha de emplearse a fondo y tener mucha habilidad para separarlos. Porque, si no, llegan a matarse. Si vemos que la madre no consigue poner orden, nos vemos obligados a intervenir. La primera vez que sucedió, con los primeros linces que nacieron en El Acebuche, nos pilló desprevenidos?. Brezo mató a su hermana Brecina una noche de mayo, de un mordisco en la garganta.

El Gran Hermano de los linces da para mil investigaciones, detalles y cotilleos. Todos los animales están vigilados las 24 horas por cámaras ?nada menos que 60? y micrófonos que alertan de cualquier movimiento. El guión da mucho de sí. Tanto, que Vargas está que no duerme con los últimos retoques a un libro sobre el lince ibérico en el que a lo largo de 500 páginas y 100 expertos se da cuenta de lo mucho que han aprendido. ?Pero nada de esto tendría sentido?, termina Vargas, ?si el objetivo final no fuera conseguir su futuro en la naturaleza. ¿De qué serviría tener muchos animales entre rejas??. El año que viene será clave. Los programas in situ y ex situ convergerán. Comenzará la reintroducción en la naturaleza de ejemplares criados en cautividad. Primero de una forma blanda ?así lo llaman los expertos?, a través de cercados de aclimatación. Ya están elegidas las dos zonas; territorios considerados aptos para la existencia del lince, pero en los que ahora mismo no hay ejemplares: son las comarcas de Guadalmellato (Córdoba) y Guarrizas (Jaén). Habrá nominados que tendrán que abandonar la casa. Astrid Vargas avisa: ?Serán momentos duros, tenemos que ir acostumbrándonos a que habrá muertes?. Y la novela volverá a dar un nuevo giro en su argumento. Vargas y Simón tendrán que contener la respiración. Cuco, Cardo y Candiles; Domo, Drago y Dalai; Espiga, Esparto y Endrino pasarán a ser personajes de una película distinta que pueda concluir con final feliz: el lince ibérico está salvado.

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