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Reportaje:Economía global

África paga los platos rotos

La crisis mundial frena en seco las esperanzas de desarrollo en los países más pobres y amenaza con provocar conflictos sociales

"Cuando empezó esta crisis, la gente de los países en desarrollo, especialmente los africanos, eran meros testigos inocentes, pero ahora no tienen más remedio que sufrir sus duras consecuencias". Las palabras de Ngozi Okonjo-Iwela, directora gerente del Banco Mundial y ex ministra de Economía de Nigeria, ilustran la creciente preocupación por el impacto devastador que una crisis nacida en los países ricos está empezando a tener en el mundo en desarrollo, sobre todo en África subsahariana.

Una vez más, los africanos son víctimas de un desastre causado por otros. No son responsables de la falta de controles en los mercados mundiales, ni de la voracidad de los bancos que han desencadenado el crash financiero, pero pueden acabar siendo los que más sufran sus consecuencias.

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La crisis llega a África justo cuando su economía daba señales de levantar la cabeza: las exportaciones aumentaban, y con ellas las reservas internacionales. La inflación comenzaba a estar bajo control y las cuentas públicas se equilibraban. Incluso se hablaba ya de los guepardos africanos, el equivalente a los tigres asiáticos de los años noventa. Y por si fuera poco, la pobreza comenzaba a retroceder y los regímenes democráticos iban consolidándose. Había esperanzas de que, por fin, el continente entraba en la senda del desarrollo.

Pero la crisis desencadenada por las hipotecas basura en EE UU lo ha cambiado todo. "Vamos a afrontar el equivalente económico de un tsunami, y si no lo controlamos, los progresos hechos en los últimos años en toda África pueden irse al traste", afirmó el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, al inaugurar la semana pasada una conferencia convocada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en Dar es Salaam (Tanzania) para analizar los efectos de la crisis en el continente africano. "Cuando el colapso global era visto como algo fundamentalmente financiero, muchos pensaron que África se salvaría, pero no tuvieron en cuenta lo que significa la globalización y cómo nuestras economías, nuestros países y nuestra suerte están interconectados. África está ahora en primera línea", dijo Annan.

¿Qué ha cambiado? Con la economía mundial a las puertas de su primera recesión en 60 años, la demanda de materias primas africanas -oro, petróleo, zinc, cobre...- ha caído drásticamente y ha mermado los ingresos por exportaciones de los países productores. En Suráfrica, cargamentos de hierro, aluminio y manganeso se apilan en los puertos a la espera de destino. La vecina Botswana ha perdido en un año el 90% de los ingresos por la exportación de diamantes, base de su economía.

Floreciente durante los primeros años de la década, la inversión extranjera también ha comenzado a resentirse, y las dificultades para acceder al crédito empiezan a ser insalvables para particulares y empresas. El emergente sector privado africano, uno de los pilares del crecimiento de los últimos años, puede perder en un abrir y cerrar de ojos todo el terreno ganado.

Entre 2005 y 2008 el África subsahariana había crecido a una media anual superior al 5%, en buena medida gracias a la disciplina macroeconómica observada por buena parte de sus países. El deterioro de la situación en los últimos meses ha llevado al FMI a rebajar hasta un 3% las perspectivas de crecimiento para la zona en 2009, la mitad de lo pronosticado por el mismo organismo hace tan sólo un año. Teniendo en cuenta el crecimiento de la población, el cumplimiento de ese pronóstico significaría un retroceso en el nivel de vida de los africanos acomodados y más pobreza para la mayoría de la población.

Los presagios son cada vez peores. Suráfrica, principal economía de la zona, vio como su Producto Interior Bruto (PIB) se contrajo un 1,8% en el último trimestre de 2008, su primera caída en diez años. Y el propio director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, reconoció en Dar es Salaam que el dato del 3% calculado por el organismo para todo el continente puede acabar siendo demasiado optimista. "Aunque la crisis ha tardado en llegar a las costas de África, todos sabemos que ha llegado y que su impacto será duro", dijo Strauss-Kahn a los ministros de Economía reunidos en la capital tanzana. La caída de los precios de las materias primas va a deteriorar significativamente los balances fiscales de los países africanos, especialmente los de los países exportadores de petróleo como Nigeria, Angola o Sudán. El precio del crudo ha bajado más de un 70% desde sus máximos a mediados de 2008, y el índice de precios de las materias primas de la revista The Economist ha caído un 43,2% en el último año. El precio del cobre, un producto de exportación fundamental para Zambia, ha caído más del 60%.

Bronwyn Bruton, experta en asuntos internacionales del Council on Foreign Relations, un organismo de análisis con sede en Washington, apunta que la crisis financiera puede ser especialmente dura con los países más desarrollados de África, como Ghana o Tanzania, que tienen fuertes lazos comerciales y de inversión con los países ricos, pero subraya que ese impacto no será nada comparado con la devastación que traerá consigo la caída de las remesas que los emigrantes africanos envían desde Europa y EE UU. Se trata de un dinero esencial para mantener a muchas familias -en algunos casos, la única fuente de ingresos- o para abrir pequeños negocios. En 2007, los africanos residentes en el exterior enviaron a casa 19.000 millones de dólares, más del doble que tres años antes.

"La capacidad de los africanos emigrados para enviar dinero se ha visto gravemente mermada por la crisis financiera en un momento en que la sequía y la falta de alimentos, especialmente en algunas zonas del este de África, han alcanzado proporciones críticas", afirma Bruton. "He hablado con somalíes, zimbabuenses y gente de otros países en EE UU que han tenido que elegir entre pagar el alquiler o alimentar a sus hijos".

Entre tanto mal presagio, un dato positivo: los bancos africanos están a salvo, al menos por ahora, de la crisis que viven las entidades financieras de los países ricos. Poco integrada en los mercados mundiales, la banca del continente no ha invertido en productos extraños como los que han llevado a la ruina a grandes bancos del mundo desarrollado. Sin embargo, hay países, como Uganda o Kenia, donde los buenos rendimientos de la Bolsa en los últimos años han llevado a muchos ciudadanos a pedir dinero prestado para comprar acciones y ahora, tras la caída de los mercados de valores, no pueden devolverlo. El sector bancario también puede tener problemas cuando empresas de sectores vulnerables como el de la madera y el algodón no puedan pagar sus préstamos.

¿Pueden (o quieren) los países ricos evitar una catástrofe en África? En su último informe sobre el continente, el FMI apunta que todo dependerá de si los países donantes están dispuestos a cumplir sus compromisos de ayuda -o incluso, incrementarlos-, a pesar de sus propios problemas presupuestarios. José Gijón, del Centro de Desarrollo de la OCDE, teme que si los países ricos siguen teniendo grandes déficits fiscales recortarán la ayuda al desarrollo. Ello tendrá efectos muy negativos para las naciones africanas más pobres, que son extremadamente dependientes de la ayuda al desarrollo (en algunos países, casi la mitad del presupuesto nacional). "Si las cosas no se arreglan y los países ricos deciden adoptar políticas proteccionistas", dice Gijón, "esto afectará a todos los exportadores africanos, tanto de materias primas como de productos agrícolas".

El pasado lunes, el presidente etíope, Meles Zenawi, advirtió a los países del G-20, que se reunirán la próxima semana en Londres, que algunos países africanos podrían "hundirse en el caos y la violencia" si no reciben ayuda para afrontar la crisis. "Deberían preocuparse por África porque les va en ello su propio interés", afirmó Meles tras reunirse con el primer ministro británico, Gordon Brown. Suráfrica será la única economía africana representada en Londres.

El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, ha lanzado la idea de crear un fondo de ayuda a los países pobres al que cada país desarrollado aportaría el 0,7% de sus planes de estímulo económico. En este sentido, el etíope Meles manifestó que cualquier estímulo financiero empleado en países desarrollados tendrá menos impacto global que si la misma cantidad de dinero se invirtiera en África. "Estamos hablando de una cantidad de dinero similar a la que se está gastando en un banco de tamaño medio. Háganse a la idea de que África es uno de esos bancos", dijo.

Para Bronwyn Bruton, del Council on Foreign Relations, el impacto de la crisis en África se verá agravado por la endeble estructura institucional del continente. "Muchos países africanos carecen de voluntad y de medios para proporcionar un colchón de seguridad a su ciudadanía", opina Bruton, quien se muestra pesimista sobre la actitud de los países ricos. En vista de la subida del desempleo y de las enormes cantidades de dinero dedicadas a salvar a los bancos, esta experta cree que para los países donantes será muy difícil mantener los niveles actuales de apoyo financiero a los más pobres, ya que sus políticos están muy presionados para dar prioridad a las necesidades nacionales en detrimento de la ayuda exterior. "Es difícil imaginar cómo la lucha contra la pobreza, que ya está frenándose, puede esquivar un golpe terrible", dice Bruton.

José Gijón, de la OCDE, opina que los países ricos deben mantener sus compromisos de ayuda al desarrollo, como parece que va a hacer España, o incluso aumentarlos, para que la ayuda actúe como una medida contra-cíclica ante la crisis. Otra medida esencial, a su juicio, es la lucha contra las tentaciones proteccionistas.

La crisis mundial ha hecho caer el precio de materias primas africanas como el oro.
La crisis mundial ha hecho caer el precio de materias primas africanas como el oro.BLOOMBERG

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