Poda en filología
Las carreras de lenguas y literatura se reducen con Bolonia y por la exigencia de que cualquier título tenga al menos 50 alumnos nuevos cada año
El plan Bolonia implica un cambio radical en todo el sistema universitario, pero algunas enseñanzas quedan más afectadas que otras. Es el caso de las filologías, una de las áreas en las que más cambios se introducen porque algunas de las actuales titulaciones desaparecen. O mejor dicho, se concentran en una sola carrera.
En la Universitat de València, una de las universidades del Estado con mayor riqueza lingüística, las actuales siete licenciaturas (Clásica, Hispánica, Francesa, Italiana, Catalana, Inglesa y Alemana) quedan reducidas a cinco y es que alemana, francesa e italiana (ésta de segundo ciclo) quedarán englobadas en una nueva titulación llamada Lenguas modernas y sus literaturas.
En otros países fracasó el intento de enseñar dos idiomas en cuatro años
En Alicante, Catalana tiene 24 alumnos, Árabe, 14 y Francesa, 11
"Queremos seguir teniendo la misma variedad lingüística, pero optimizando recursos", explica la decana de la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación de la Universitat, María José Coperías. La propuesta de su centro, que acaba de consensuarse con la comisión asesora del rector, plantea cinco filologías de 240 créditos, con un esquema europeo compuesto por varios maior (una formación principal en una lengua) de 198 créditos y 42 de minor (formación complementaria en otra). Esta estructura permite, por un lado, trasvasar alumnos de titulaciones más fuertes en matrícula (Inglesa, Hispánica...) a más débiles (Francesa o Clásica, con 45 y 46 de nuevo ingreso en la Universitat el curso pasado) y, por otro, intenta potenciar el conocimiento de lenguas de los estudiantes. La realización de un minor es obligatorio para los estudiantes de Lenguas modernas, el resto puede cursarlo o no. Además de crearse minor en todas las lenguas de las que hay un grado, se implantará de árabe, portugués y lenguas orientales.
"Este sistema tiene sus ventajas ya que hasta ahora si se quería estudiar una segunda lengua en las filologías, se limitaba a 15 créditos y los estudiantes salían sin una mención al título, para conseguirla debían de estudiar una carrera de segundo ciclo de 120 créditos". No obstante, éste es uno de los puntos que más controversias ha generado. Según los representantes de los departamentos de filología inglesa reunidos en Madrid hace dos años "con el nivel de competencia lingüística de ingreso de los estudiantes españoles (muy inferior al de los alumnos de otros países europeos) es imposible formar en dos lenguas en menos tiempo que ahora".
A este respecto, algunos participantes adujeron la experiencia de otras universidades extranjeras (de Finlandia, Italia y Hungría), donde se había implantado un grado de Lenguas modernas, pero el nivel deficiente del alumnado había obligado a dar marcha atrás y replantear el grado.
En cuanto a lo de economizar y hacer grupos mixtos con estudiantes de diferentes grados es algo a lo que ineludiblemente deben tender las filologías para subsistir. Entre otras cuestiones porque en octubre pasado la Consejería de Educación emitió una resolución por la que "el número de alumnos matriculados de nuevo ingreso en los nuevos grados sea igual o superior a 50 estudiantes" y en caso de que la demanda de nuevo ingreso sea inferior al número indicado "se valorará la agrupación de dichas titulaciones con otras diferentes del mismo ámbito de conocimiento y cuenten con un porcentaje de créditos comunes que oscile entre el 40% y el 50%".
En la Universidad de Alicante, el decano de la Facultad de Filosofía y Letras, José Luis Cifuentes, aclara que todavía están dirimiendo en el centro "el nuevo trazado de estudios", pero pretenden que las cinco titulaciones (Árabe, Catalana, Francesa, Hispánica e Inglesa) compartan un tronco común de 60 créditos para que las carreras con menor demanda puedan subsistir, y, en especial, "porque académicamente resulta más adecuada la interdisciplinaridad".
También prevén implantar el sistema europeo de minor, de forma que los alumnos, mediante un módulo de optativas en el último curso de carrera, podrán optar por completar su titulación, o bien realizar créditos de una segunda lengua. De acuerdo con el centro, se trataría de un sistema parecido al que existe en la actualidad en Traducción e Interpretación y que tanto éxito está teniendo.
De esta manera, los futuros grados podrán compartir entre un 25% y un 40% de materias. Según datos ofrecidos por la propia Universidad de Alicante sólo Inglesa, con 128 alumnos de nuevo ingreso podría constituirse como grado porque el resto, Hispánicas (48), Catalana (24), Árabe (14) y Francesa (11), no llegaría al mínimo de 50 estudiantes de primer curso que exige la Generalitat para mantener las carreras, así que concentrarse es la única manera de sobrevivir.
De momento Alicante todavía está trabajando sobre la propuesta de títulos, el proceso está aquí algo más retrasado, en opinión de Cifuentes, por las elecciones a rector el año pasado. Lo que es evidente es que los grados de estudios filológicos habrán de esperar en Alicante y Valencia a 2010-2011 para poder cursarse, sólo en la Universidad Jaume I, según recoge su web, y siempre que el Consejo de Universidades lo verifique, ofrecerá el curso que viene los dos primeros grados filológicos, en Estudios Ingleses y en Traducción e Interpretación, carrera, esta última, que es la gran beneficiada porque de ser un título de dos años pasará a tener cuatro.
"No sabemos si vamos a mejor o a peor"
El recién licenciado Xavier Pallarés ha estado en la comisión que ha elaborado la propuesta de los nuevos grados de filología en la Universitat. "Dentro de los parámetros del proceso de Bolonia, con los que estoy en desacuerdo, se ha hecho un buen trabajo", admite un estudiante claustral crítico. Fue uno de los que interrumpió el acto de apertura del curso de la Universitat en el que participó Francisco Camps.
El representante del Sindicat d'Estudiants dels Països Catalans reconoce que "ante una remodelación sin salida", la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación, "ha intentado salvaguardar la actual oferta de lenguas". Con todo, la propuesta del centro, matiza Pallarés, era más ambiciosa porque además de formación complementaria (los minor) en todas las lenguas de la facultad, planteaba en lenguas eslavas y en lenguaje y estudios culturales (habrá un itinerario), pero la comisión asesora del rector las ha rechazado.
Entre los estudiantes se percibe bastante incertidumbre, aunque los alumnos de las filologías alemana, francesa e italiana, saben que sus carreras convergerán en un grado de Lenguas modernas. "No sabemos si será mejor o peor", reconoce un grupo de estudiantes de alemana, que parecen más preocupadas por "la privatización que supone Bolonia", que porque les reduzcan las horas de alemán: "Quién sabe, igual es mejor saber más de todo". Luis Miguel Martínez, que está acabando inglesa en la Universitat y se licenció en francesa, comprende que ésta se convierta en un grado combinado con otras filologías: "Había veces que éramos siete personas en una clase"
Por otra parte, la estudiante de filología alemana Miriam Wittmann prefiere que las carreras se reduzcan como en Francia, donde ha estudiado casi toda su vida: "Así podemos incorporarnos antes a trabajar, aunque quizá perjudique a los que trabajan y estudian". Ángela Gadea, estudiante de filología francesa, defiende la metodología docente de Bolonia, basada en la evaluación continua, pero rechaza que se reduzcan los años de la carrera y que se instauren máster que "encarecerán las carreras".
Su compañera, la estudiante erasmus Lauriane Ricaut, se sorprendió de que las filologías aquí duren cinco años, frente a los tres, más el máster de Francia. "Son sistemas diferentes de estudio y la traducción de las asignaturas es difícil, pero gracias a la buena voluntad de las universidades se intenta hacer".
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