Genocidio en Sudán
Una sala de la Corte Penal Internacional, compuesta exclusivamente de mujeres, Akua Kuenyehia, de Ghana; Anita Ušacka, letona, y Sylvia Steiner, de Brasil, se ha atrevido a ordenar el arresto internacional de un presidente en activo de la nación de Sudán, confrontando la jurisprudencia de la corte superior de la ONU que les otorga inmunidad absoluta. Por crímenes contra la humanidad y de guerra.
El genocidio no ha podido ser demostrado, ya que requiere de una prueba diabólica: demostrar, más allá de toda duda razonable, que hubiera un intento deliberado de destruir en parte o en todo a un grupo nacional, étnico, racial o religioso por parte del presidente de Sudán. La sala está convencida de que existen indicios que prueban que al menos un delito de los que persigue se ha cometido, del que es responsable el presidente y cuyo arresto es necesario para impedir la continuidad de la matanza y el terror de los testigos a declarar ante la CPI.
Ahora todos los países deben cooperar para arrestar y transferir a este sujeto a la sede de la CPI en La Haya. Definitivamente, este movimiento de la comunidad internacional en favor de la no impunidad y de no más masacres en Darfur arrincona a un paria que debe dejar de ser presidente y responder de sus crímenes ante una corte internacional hasta que Sudán disponga de tribunales independientes.
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