'Todo es felicidá', en peligro
La obra del ilustrador Jack Babiloni, en un inmueble de la calle de Orellana,será eliminada si prospera un expediente sancionador del Ayuntamiento
"Si hubiéramos sido anónimos y hubiéramos pintado el edificio de color amarillo o pastel, no habría pasado nada". Lo dice Luis Cercós, el aparejador del edificio de la calle de Orellana, 5, que está remozado con pinturas y motivos que parecen graffitis desde el 15 de mayo. Pero no se arrepiente de nada. "Sin atrevimiento no hay arquitectura", sostiene. Y eso que en cualquier momento pueden llegar las máquinas y tirar abajo las obras que ya ha hecho en el edificio del barrio de la Justicia. Y con ellas, las pinturas de Jack Babiloni. El Consistorio les ha abierto un expediente sancionador por una infracción urbanística. Se pusieron con el pico, la pala y la brocha fina sin tener la licencia concedida para remodelar el edificio. Un clásico ya en la capital.
"Si hubiéramos pintado el edificio de color pastel, no habría pasado nada"
El Consistorio, en el expediente sancionador fechado en noviembre, no incide en si las pinturas son demasiado transgresoras para el barrio. La multa, dice el informe, se debe al "acondicionamiento y consolidación estructural, rehabilitación de patios y fachada y desmontaje de cubierta sin licencia municipal e incumpliendo la orden de paralización de obras".
Entre los muchos motivos por los que se negó la licencia, el Ayuntamiento esgrime que se demolió la cubierta -cuando sólo se debía actuar puntualmente-, se incrementó el volumen del edificio y se instaló un ascensor que no cumple con las dimensiones mínimas.
Esa forma de proceder, al margen de la ley, puede salirle caro a los propietarios del edificio, a los arquitectos y a los responsables de la obra de la calle de Orellana, sobre los que pesa un expediente sancionador. La multa oscila entre los 30.000 y los 600.001 euros. Además, si la alegación que han interpuesto no prospera, verán cómo el Ayuntamiento demuele parte de la cúpula, el ascensor y las demás reformas en la vivienda.
También le va a afectar a Jack Babiloni, en el caso de ejecutarse la sanción. Los 24 días que tardó en pintar la fachada de 900 metros cuadrados de un edificio de 1886, pueden desaparecer bajo una capa de pintura de color pastel en un santiamén.
"El debate no puede ser mis pinturas", dice Babiloni. Entiende que su obra "sólo ha embellecido Madrid". De acabar desapareciendo del edificio su lienzo, que tituló Todo es felicidá, asegura que habrá sido sólo por un "ánimo recaudatorio" por parte del Ayuntamiento. La "intervención" que ha hecho en la vivienda no es excepcional. Y recita varias fachadas emblemáticas pintadas con la misma técnica: La Casa de la Panadería, el Palacio de Abrantes o la intervención de Mingote en la calle de la Sal, 1.
En Madrid pedir una licencia es un trámite largo y costoso, que ha llevado incluso a una trama de corrupción sin precedentes, el conocido como caso Guateque. El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, pretende mejorar la ordenanza para agilizar las licencias. Pero eso no quita que en la capital existan ya unos hábitos adquiridos. "Hay la costumbre de intervenir en los edificios solicitando la licencia, sobre todo porque las propiedades no se pueden permitir esperar dos o tres años", sostiene Cercós.
A pesar de todo, el aparejador no pierde el optimismo. "Vamos a llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento", dice con convicción. En el mejor de los casos, el Consistorio aprobará un plan especial, sancionará a los propietarios y legalizará las obras. En el peor, adiós a Todo es felicidá.
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