¿Deben ser entretenidas?
Por fin hay un punto de acuerdo de todas las sensibilidades políticas: la campaña electoral, que ya ha quemado su primera semana, está resultando plomiza de puro apagada. Extraño diagnósti co para lo que se supone un momento crucial en la historia de nuestra autonomía. Sin embargo, la impresión es cierta. La trascendencia de lo que se decide el 1-M no llega de forma vibrante a quienes tienen que decidir, no se percibe en la calle. Y esta vez no se le puede endosar la culpa al mensajero.
Se echa de menos tensión en los discursos y un punto de efervescencia en las propuestas de quienes más se juegan en el envite. Curiosamente, los protagonistas lo saben, pero los estados mayores del PNV y el PSE no se muestran demasiado inquietos por el perfil plano de su campaña, sino que parecen buscar adormecerla. Mientras Basagoiti y los candidatos de los partidos de reparto bracean y se desgañitan para llamar la atención, un Ibarretxe obedientemente desprovisto de sus atributos característicos desgrana con profesionalidad su catálogo de medidas para el comercio minorista o las explotaciones agrarias. A su vez, el aspirante Patxi López adopta un aire institucional algo prematuro y predica las virtudes del entendimiento y la concordia entre los vascos.
Para que el candidato aparezca impecable, las descalificaciones y el desgaste del adversario se encargan a los segundos espadas de cada formación. Pero sin pasarse. Y, como nos hemos quedado sin cara a cara televisado, los riesgos de que los dos contendientes lleguen a las manos dialécticamente se han evaporado. Dicen que ha sido la crisis. Quizás. Lo cierto es que, después de tantos años de agitación y zapateado ideológico, casi se agradece este déficit deliberado de pasión; esta movilización del electorado propio a toque de hilo musical.
El cambio tranquilo frente a la continuidad transfigurada. Nadie podía esperar hace unos meses que en estos términos tan escandinavos se plantearía la campaña electoral más decisiva de nuestro país. De acuerdo, sería deseable un poco más de emoción, pero ¿dónde está escrito que unas elecciones tengan que ser entretenidas?
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