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Reportaje:ÚLTIMA PARADA | Aravaca

La vida en torno al 'súper'

Un barrio de rutinas, rentas altas y pisos caros

La voz anuncia "fin de trayecto". En el centro de la vía, donde acaba, hay un muelle. Parece sacado de Mortadelo y Filemón, puesto ahí por si acaso el tren viniese lanzado y tuviera que rebotar. Es sábado y el pequeño aparcamiento de la estación de Aravaca, que también lo es del Cercanías, está medio vacío. Alrededor hay pisos chulos, gente con plumíferos tomando cañas en las terrazas bañadas por el sol del invierno, un contenedor de ropa y calzado para dar a los pobres, niños cruzando el paso de cebra en bicicletas con ruedines. La vida tranquila.

Unos chavales tiran fotos desde un coche a un Mercedes aparcado. "¡Tronco, que dentro hay una vieja!", dice el del móvil y el que conduce acelera avergonzado. Si uno es adolescente, aquí no hay mucho que hacer. Lo más, fantasear con un coche nuevo o hacer la compra. El Opencor está de bote en bote.

Los lugares, además de localizaciones físicas, son un conjunto de datos abstractos. El barrio de Aravaca, en el distrito de Moncloa, tiene 25.000 habitantes, que tocan a una hectárea por cada 41 (en Embajadores son 399 por hectárea). Tiene muy alt0s la renta per cápita, el ratio de coches por habitante y el número de colegios privados. El precio medio por metro cuadrado es de 4.104 euros, por encima de barrios bien del centro como Guindalera, en el distrito de Salamanca (4.092 euros/metro cuadrado), y también a los municipios más caros de la Comunidad, los cercanos Pozuelo (3.896 euros) o Majadahonda (3.589 euros).

La primera impresión al salir del metro coincide con la idea abstracta que forman las estadísticas. Pero en la puerta del Opencor de bote en bote está Ioan, que maneja sus propios datos. Es rumano, tiene una pierna y 45 años. En un par de horas ha conseguido 10 euros. "No soy gitano; no pido 'Sinnora, sinnore...", dice aflautando la voz y haciendo un cuenco con la mano. "Yo pongo la gorra ahí y ya; no quiero hacer sentir mal".

Perdió la pierna a los 23 años en un accidente de tráfico. Su mujer limpia casas pero está de baja por un cáncer de estómago. Él trabajaría, dice, pero su prótesis está vieja y "sin papeles no hay pata nueva". Fue jardinero, y antes boxeador, peso pluma, "tres veces campeón", explica, rascándose la nariz rota. Le conocen los vecinos y la policía le deja hacer: "Sólo tuve un problema: me atracaron unos gitanos rumanos". Les arreó con la muleta y no pudieron quitarle el dinero al viejo púgil. Un hombre con corbata entra en el Opencor ignorando la gorra. Ioan le señala: "Los abogados no dan. Los jóvenes y las señoras mayores, sí, incluso los niños de colegio te dan 70 céntimos, pero los abogados, nada".

Estación del metro ligero en Aravaca.
Estación del metro ligero en Aravaca.ÁLVARO GARCÍA
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