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El hombre cordial y el perfecto ejecutivo

Tras su asesinato, ni policía ni amigos de Martínez Touriño ven sombras en su vida

Jesús García Bueno

Félix Martínez Touriño, el ejecutivo asesinado de un tiro en la nuca hace hoy una semana, estaba prendado de Barcelona. No tanto como para traicionar a su Real Madrid, pero sí para abandonar la ciudad donde nació -sus padres y hermanos aún viven allí- y tomar el Puente Aéreo. A base de echarle al trabajo más horas que un reloj, se labró en Cataluña una carrera de éxito: en una década, pasó de recepcionista en un hotel de la calle de la Diputació a dirigir el Centro Internacional de Convenciones del Fórum.

La vida profesional de Martínez Touriño centra las investigaciones de los Mossos d'Esquadra, que buscan una explicación al crimen, cometido por un sicario. Se han barajado muchas hipótesis: una deuda pendiente, una revancha por un negocio en el que rechazó participar e incluso los supuestos proyectos empresariales en los que la víctima, de 37 años, se habría embarcado. Pero son sólo especulaciones que, además, chocan con una trayectoria marcada por la discreción, la capacidad de trabajo y la "gran calidad humana", elogios que le dedican los popes del sector turístico y hotelero de la ciudad. Martínez Touriño había trabajado en Barceló y AC Hoteles, en España y en República Dominicana. Sus allegados destacan el trato amable de este tipo grandullón (1,90 metros) y sus dotes para la diplomacia: lo ven incapaz de granjearse enemistades.

El ejecutivo vivía solo en un piso de 60 metros cuadrados en la calle de Santaló, en la parte alta de Barcelona. Recibía visitas de su pareja, una abogada con la que salía desde hacía un año. Eran felices y pensaban ir a vivir juntos, según sus conocidos. Martínez Touriño apenas hacía vida en el barrio: el trabajo le absorbía la jornada y volvía a casa sólo para dormir. Su quehacer diario era, más bien, monótono: "Salía siempre a las ocho. Era un chico cordial, atento y educado", explica la portera de la finca, de 63 años.

El día del crimen, abandonó la vivienda a la hora habitual con un portafolios y una maleta con ruedas, rumbo al aeropuerto. Su asesino le estaba esperando y le descerrajó un tiro a bocajarro y por la espalda. Martínez Touriño iba con traje, como casi siempre: "Tenía un aspecto agradable, muy cuidado. Parecía estirado, pero era una persona muy cercana", asegura Fernanda Sánchez, una farmacéutica que le atendió hace unos días por un resfriado.

Martínez Touriño era el yerno que toda suegra desearía tener: exquisito en la observación de las normas de cortesía, incansable en el trabajo y con una vida social irreprochable. Una "normalidad" que dibuja un perfil de "profesional correcto", pero un tanto plano, sin demasiado carisma, según un periodista que le entrevistó para una revista corporativa. La fotografía, tomada de esa publicación, muestra a un hombre confiado, que sostiene con firmeza un bolígrafo plateado. "Siempre iba con prisas. Antes de entrar en clase recorría el pasillo como una exhalación, con el móvil enganchado a la oreja", recuerdan sus alumnos en la UAB, donde por las tardes impartía una asignatura sobre organización de convenciones. Su último éxito, precisamente, fue atraer a Barcelona un congreso de agencias de viaje británicas.

Pero sus allegados no sólo ven al ejecutivo; también ven al hombre. Y hablan de una persona alegre y divertida, aficionada a la buena comida. Desde el miércoles, el cuerpo de Martínez Touriño yace, con la cara desfigurada por una bala, en el cementerio madrileño de La Almudena. Y nadie, en su entorno, se explica por qué.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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