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Reportaje:La campaña | Examen a la legislatura

Lo que ve el doctor y no los pacientes

En Mariñamansa cada médico tiene 300 enfermos menos y ya no usa papel

El centro de salud de Mariñamansa es un híbrido entre la capital y el rural orensano. Hace apenas unos meses un grupo de vacas de la Diputación pastaba a sus anchas en las inmediaciones de esta zona de expansión de la ciudad que aglutina a 25.000 habitantes. A media mañana de un día de semana del frío febrero, el centro de salud es un ir y venir de población madura. "La atención es ahora igual que antes, y el tiempo que dedica el médico es similar", comenta Francisco Atanes, sentado en silla de ruedas y confirma, a su lado, el resto de pacientes que espera vez para las consultas del segundo piso.

"Ahora es más fácil conseguir la cita, sólo que hay que llamar por teléfono", precisa a su lado una mujer. "Lo que queremos es que nos dediquen tiempo", señala Delmiro con el asentimiento de los demás. "Pero no hay grandes quejas", añaden.

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Los pacientes no perciben grandes cambios a lo largo de los últimos cuatro años, pero los médicos de cabecera del centro respiran aliviados. "Tenemos cada uno 1.400 tarjetas sanitarias", señala el doctor Puga. Y esto, para una población de 25.000 habitantes, es una mejora. Hace apenas dos años, los médicos de Mariñamansa atendían a 1.700 pacientes.

"Y no teníamos equipo informático, con lo que, además de atender a más personas, asumíamos toda la burocracia". Esto lo cuenta Carlos Menéndez, uno de los facultativos de este centro. "Estamos informatizados y no escribimos un papel. El centro tiene dos médicos más, con lo que nos hemos repartido los pacientes y se aumentó el personal administrativo. Podemos dedicar más tiempo a las consultas". Menéndez muestra la bacaladera (la máquina que imprimía las recetas que luego ellos cubrían) ya en desuso y advierte que en dos años pasaron de las manualidades a la tecnología. "Ahora podemos encargar pruebas directamente".

Otra cosa es el rural, en donde aún no se ha metido mano. "No tiene sentido que en pueblos separados apenas por dos kilómetros haya dos consultas: una absolutamente deteriorada y para atender a media docena de vecinos y otra con todos los adelantos". Pero esta, concluyen los médicos, es una batalla política. "Los alcaldes, sean del color que sean, se niegan a prescindir de la consulta en su municipio".

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