"Escribir es un oficio, pero no puede ser un sacerdocio"
Miguel Sánchez-Ostiz se enfrentó ayer al auditorio del Forum Deusto para impartir una conferencia en el ciclo Vivir, ¿para qué? Después de 25 años dedicado profesionalmente a la literatura, el título de su disertación no podía ser otro que Vivir para escribir. "Ha merecido la pena escribir, pero, por muy en serio que te lo tomes, por mucha pasión que pongas, en la vida hay mas cosas", advierte. "No quiero que el balance de una dedicación obsesiva a la literatura me haya impedido disfrutar de la existencia. Escribir es un oficio, pero no puede ser un sacerdocio. La literatura se tiene que nutrir de lo que uno ha vivido".
Cumplidos ya los 50 años, el escritor se dio cuenta de que tenía pendiente cumplir la ilusión por viajar. "Despertó en mí un entusiasmo juvenil por descubrir a gente diferente, a vivir con otros valores", reconoce. "He decidido viajar para no convertirme en la sombra de mí mismo". Los viajes imaginarios, a traves de los libros de otros o de las historias que ha inventado, dice "resultan insatisfactorios".
En 2003 partió hacia Chile para conocer la isla de Juan Fernández, el escenario de Robinson Crusoe. Su primera visita a Bolivia le dejo marcado por el miedo sufrido en un secuestro express, en el que le robaron todo lo que tenía. Volvió en 2008 para superar el miedo y el resultado es su segundo libro de viajes, Cuaderno boliviano (Alberdania). La obra hace un recorrido cronológico por la experiencia del descubrimiento de un país, pegado a sus notas de viaje. La Bolivia que Sánchez-Ostiz retrata en su libro es "un país en ebullición", donde conviven más de 36 etnias. "No tenemos ni idea de la realidad boliviana. Las impresiones que llegan están sesgadas por los intereses de la militancia política de las fuentes o por nuestros prejuicios", dice. "Son gentes con una mentalidad muy diferente de la nuestra. Encontrar los canales de comunicación es difícil, incluso hablando un idioma común".
El año pasado estuvo tres meses en Bolivia. "Te ven como un bicho raro. Es raro que un personaje superficial pase tres meses en un país que no es el suyo, tomando notas con las que va a escribir un libro para intentar ganar algo de dinero", reconoce. Sánchez-Ostiz piensa que el libro de viajes del siglo XXI, a fuerza de televisión e Internet, debe ser diferente. "Lo único que puedes aportar es tu visión, que debe ser intensa, contagiosa y que se aleje de la guía turística, escrita muchas veces sin que el autor haya viajado al lugar del que habla", explica. "Ya no sirven los libros basados en la información, para eso lo miras en Internet. Ya no hay tema del que no puedas escribir 100 folios en una tarde". El único libro de viajes con sentido, añade, debe nacer de la voluntad de ir más allá de los catálogos y de relativizar las dificultades.
En marzo volará otra vez a La Paz, para dirigirse a la zona fronteriza con Brasil y Perú, y seguirá tomando notas sobre su experiencia. "Y si sale un libro, bien", concluye. Ahora le queda por visitar otro lugar que guarda entre sus mitos: la isla de Samoa, el lugar donde murió Robert L. Stevenson.
Miguel Sánchez-Ostiz
Miguel Sánchez-Ostiz nació en Pamplona en 1950. Ejercició la profesión de abogado al tiempo que escribía hasta que hace 25 años decidió abandonar las leyes para dedicarse en exclusiva a la literatura. Novelista, poeta, articulista, ensayista y crítico literario, últimamente se ha volcado en los libros de viajes, con la publicación de La isla de Juan Fernández y Cuaderno boliviano.
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