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Grammy para todos los gustos

Los premios del sector musical de EE UU apuestan por el clasicismo y el equilibrio - Robert Plant y Alison Krauss y Coldplay, vencedores de la noche

Diego A. Manrique

Los votantes de los Grammy han realizado nuevamente un prodigio de equilibrio. En la ceremonia desarrollada en la madrugada de ayer en Los Ángeles, han derramado sus bendiciones -cinco premios- sobre una obra clasicista, Raising sand, exquisita colaboración entre la renovadora del bluegrass Alison Krauss y el británico Robert Plant.

Una elección meditada -el disco salió a finales de 2007- que ratifica la debilidad de la Academia por la música de raíz sureña, ya evidenciada a principios de siglo con el rotundo triunfo de la banda sonora de O brother! (ambos trabajos comparten productor: T. Bone Burnett).

Al mismo tiempo, se reconoce la sabiduría del mercado con cuatro trofeos para el máximo vendedor de 2008 en EE UU, el rapero Lil' Wayne, autor de Tha Carter III, y tres para la banda Coldplay y su Viva la vida. En la pedrea reaparecen nombres habituales del rock (Bruce Springsteen, John Mayer), jazz (Chick Corea, Cassandra Wilson, Randy Brecker), blues (B. B. King, Dr. John), r&b (Alicia Keys, Al Green), o música latina (Juanes, Tigres del Norte, José Feliciano).

Así que conviene escudriñar cuidadosamente el inmenso listado de premios para detectar tendencias. Llama la atención el impacto en EE UU de la avanzada música electrónica francesa, materializado en dos grammies para Daft Punk y uno para Justice. También se premia la asombrosa habilidad de las discográficas londinenses para empaquetar y lanzar vocalistas femeninas: Duffy se lleva el Grammy por mejor álbum pop por Rockferry y Adele se apunta el de mejor colaboración. Insospechadamente, Bob Dylan aparece en música clásica: se ha llevado dos premios Mr. tambourine man: seven poems of Bob Dylan, del veterano compositor John Corigliano.

Por lo demás, la Academia sigue afinando: así, su apartado de world music se ha dividido entre lo tradicional (Ilembe, del coro surafricano Ladysmith Black Mambazo) y lo contemporáneo (Global drum project, reunión de Giovanni Hidalgo y otros cuatro famosos percusionistas). Se pretende evitar deslices infamantes, como los ocurridos en 1989, cuando los votos decidieron que Jazzy Jeff & The Fresh Prince eran mejores raperos que Public Enemy. El mismo año, Metallica fue derrotado por, ay, Jethro Tull en la categoría de "mejor interpretación de metal y rock duro". Ya se partió en dos rúbricas diferentes y este domingo Metallica se ha llevado el premio al heavy metal por el tema My apocalypse.

Detrás de esa grabación de Metallica está Rick Rubin, que fue distinguido como productor del año. Debe ser traducido como apoyo de la industria a un freak carismático, ahora en una posición delicada por su incierto papel como directivo del sello Columbia, parte del imperio Sony. Para demostrar que no tienen miedo a los nuevos modelos de negocio, dos premios han ido para Radiohead y su disco autoeditado, In rainbows: mejor álbum alternativo y, ejem, mejor diseño en un lanzamiento de tirada limitada.

Cabe imaginar que el artista más reconfortado de la noche fue Plant: tras haber aguantado inimaginables presiones para que se apuntara a la reunión de Led Zeppelin, su cosecha de premios es un aplauso a esos raros artistas que prefieren la búsqueda personal a la seguridad del circuito de la nostalgia.

El grupo británico Coldplay, en la gala de entrega de los Premios Grammy, ayer en Los Ángeles.
El grupo británico Coldplay, en la gala de entrega de los Premios Grammy, ayer en Los Ángeles.AP
Plant y Alison Krauss.
Plant y Alison Krauss.REUTERS
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