Diseño responsable más allá del reciclaje
Se imponen los envases reutilizables, baratos y ecológicos
El embalaje que menos contamina es el que no se tira. Al menos no antes de un número razonable de usos. Según este principio, el mundo del diseño de packaging parece haber dado un paso más allá del uso de materiales altamente biodegradables o reciclables, los recipientes reutilizables. No hablamos de dejar la botella de vidrio en la puerta para que el lechero la rellene, aunque dada la enorme cantidad de desperdicios provocados por los embalajes excesivos, sería una buena idea.
Un ejemplo de esta tendencia -ya considerada como tal en el reciente libro Create, eating, design and future of food (Gestalten)- es el del tarro de la miel Stanley Honey diseñado por el estudio inglés The Partners. Su etiqueta invita directamente al consumidor a darle nueva utilidad al envase una vez agotado su contenido: plantar flores para que las abejas urbanas sigan haciendo miel. El chiste tiene un lado serio. Michael Paisley, portavoz de The Partners, comenta que la publicidad ha apelado tanto a la conciencia ecológica del consumidor que la estrategia comienza a perder efectividad. Hay que inventar algo nuevo. "Ya hace unos años que todo es eco y bio, pero siempre haciendo referencia al producto, no al envase, que es lo que más contamina", dice Jaime Victoria, director creativo de la empresa española La Cía Packaging, que lleva más de 10 años diseñando envases para marcas de alimentación.
La tela y el cristal sustituyen a los materiales desechables
En la londinense Unpackaged los clientes llevan sus contenedores
La pionera de lo reutilizable como valor extra en el diseño fue la firma Anya Hindmark en 2007. Su bolso de tela con la frase I'm not a plastic bag (No soy una bolsa de plástico) impresa, se comprometía orgullosamente a sustituir a las bolsas de supermercado, el objeto que mejor representa la invasión de la que es capaz un contenedor cuando se convierte en desperdicio (sólo se recicla el 10% de las 238 bolsas que un español usa al año). I'm not a paper cup, como su propio nombre indica, tampoco es un vaso de papel aunque lo parece. Es un recipiente de porcelana con tapa de silicona perforada de la marca Decor Craft Inc., pensado para sustituir los vasos desechables de cartón. Su volumen de ventas por Internet ha agotado el stock.
Catherine Conway ha comprobado que el consumidor responde y hace un pequeño esfuerzo para reducir su huella ecológica. En Unpackaged, la tienda que abrió en Londres hace un poco más de un año, los clientes llevan sus propios contenedores de casa y compran especias, pasta, arroz o frutos secos al peso. El establecimiento recupera un hábito tradicional perdido que encaja con la alarmante realidad ecológica y con la crisis. Comprar en Unpackaged es más barato y evita la cantidad de plástico y cartón que acompaña los alimentos comprados en supermercados. "No podemos competir con las grandes superficies pero tampoco somos unos hippies. Pretendemos poner nuestro granito de arena para que el uso de envases reutilizables se convierta en algo generalizado", según Conway.
Se trata de tímidas propuestas algo utópicas y al margen de la industria, aunque en aumento a pesar de las circunstancias. Según Jaime Victoria, en España somos poco conscientes de las implicaciones ecológicas del diseño de embalaje. "El consumidor español no está acostumbrado al packaging austero y lo reutilizable es el colmo de la austeridad". El diseñador considera las propuestas muy románticas hoy por hoy; sin embargo, cree que representan una solución hacia la que tiende el diseño industrial inteligente y sobre todo responsable.
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