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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un gesto inteligente

El Santander refuerza su imagen de solvencia al cubrir las pérdidas de clientes por el 'caso Madoff'

La iniciativa del Banco Santander de correr con los quebrantos que han sufrido sus clientes particulares como consecuencia del fraude ocasionado por el broker neoyorquino Bernard Madoff es una demostración de reflejos comerciales del principal banco de la eurozona. Como la confianza es el activo más precioso que tiene un banco, es bueno que el Santander quiera minimizar el coste de la estafa en términos de reputación; sobre todo si, con ese gesto, subraya ante los inversores y los depositantes la solvencia absoluta de la institución. Un banco que, en plena crisis financiera, logra unos beneficios de 8.800 millones en 2008, hace bien en cuidarse de su reputación aunque le cueste 500 millones. La dirección del banco ha calculado que le resulta más rentable compensar las pérdidas de los clientes privados que correr el riesgo de perder esos y otros. Es un cálculo correcto.

El Santander es el principal banco estafado por Madoff en todo el mundo, ya sea directamente o indirectamente, esto es, a los clientes de su gestora de fondos. Con independencia de lo que el propio banco haya perdido, unos 3.000 clientes tenían inversiones por más de 2.300 millones. Aunque sean fondos, la reputación y el bien hacer del banco quedaron tocados cuando emergió la estafa. El banco ha ofrecido acciones preferentes de la propia entidad sólo a los clientes particulares con inversiones en el Optimal Strategic US Equity Fund que fueron totalmente invertidos con Madoff. Fuera de esa cobertura quedan los clientes institucionales. A cambio, esos clientes particulares renuncian a pleitear. Lógicamente, las negociaciones legales siguen abiertas para resolver las reclamaciones en marcha de clientes en España y América Latina.

Entre los inversores institucionales hay también inversiones de particulares, en algunos casos procedentes de pensiones. El banco ha considerado, con cierta razón, que estos grandes inversores eran conscientes de los riesgos que asumían al colocar el dinero en hedge funds como el de Madoff.

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La lección de la gran estafa de Madoff para el Santander, como para el resto de la comunidad bancaria, es que en el futuro deben clarificarse los procedimientos de elección de inversiones. Los sistemas de gestión de riesgos de los bancos, grandes y pequeños, deben estar a prueba de timos como el esquema Ponzi o piramidal del ex presidente del Nasdaq.

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