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Entrevista:XAVIER BRU DE SALA | Presidente del Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes

"El amiguismo está prohibido"

Por la mañana, en su discurso de toma de posesión como presidente del Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes, Xavier Bru de Sala (Barcelona, 1952) lanzó una advertencia a los políticos: "Si hay una disyuntiva entre el poder público y la gente de la cultura, nosotros estaremos del lado de la cultura". Parecía una amenaza, pero Bru de Sala es de carácter conciliador y asegura que, de momento, no augura conflictos. Además, este escritor y articulista afilado conoce bien los mecanismos de la Administración.

Pregunta. Entre 1988 y 1990 fue director general de Promoción Cultural con CiU y gestionó la misma área que ahora. ¿Qué ha cambiado?

Respuesta. Han pasado 20 años y he cambiado yo, pero, sobre todo, el panorama general. Se mantiene la conciencia de que tenemos una insuficiencia de instrumentos para gestionar la cultura, pero ahora los sectores culturales son muy maduros y tienen conciencia de que deben contribuir a mejorar el entorno más que reivindicando, convenciendo. Otra diferencia es que entonces tenía más competencias y mucho presupuesto y el que ahora gestionará el consejo es limitado.

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P. El de 2009 asciende a 13,3 millones de euros, lo que incluye tanto el funcionamiento como el importe de las ayudas. No es mucho. ¿Cuáles son las prioridades?

R. De momento, hemos pedido al departamento que, para no perjudicar a los creadores, las ayudas de este año las sigan concediendo ellos porque nosotros debemos establecer antes los nuevos criterios. Nos proponemos dar ejemplo y gestionar de la mejor manera la búsqueda de la excelencia, y esto no será un camino de rosas porque puede haber cambios que no gusten a algunos. Pensamos que las ayudas tienen que ir a la creación y a la innovación, pero coincidimos todos en que hay que dejar espacio a los emergentes porque las políticas institucionales tienden a priorizar a los instalados y los que llegan lo tienen más difícil.

P. Sólo gestionan las subvenciones a la creación, una mínima parte de las que otorga Cultura. ¿Quieren más?

R. Personalmente creo que hay cosas que hace el Instituto del Industrias Culturales (ICIC) que no tienen carácter industrial.

P. ¿Como qué?

R. Los festivales, por ejemplo. Una de las ideas fundamentales de los Ars Councils es distribuir las ayudas que no tienen ninguna posibilidad de retorno, y el caso de los festivales es claro. Es más, en algunos países estos organismos también distribuyen el dinero público que se destina a las grandes instituciones de la cultura.

P. Antes de constituirse ya han empezado a quitarles las competencias que antes tenía la Entidad Autónoma en lo que respecta, por ejemplo, al Centro de Arte Santa Mónica y a la difusión de la cultura.

R. La Administración, y la conozco bien por dentro, es celosa por naturaleza y en todo el mundo si tiene que autoamputarse intenta limitar el corte del bisturí.

P. ¿Le molesta que la oposición no les haya votado?

R. Verbalmente todos han manifestado su apoyo y han aplaudido la lista. Nos sentimos respaldados, pese al juego político.

P. Aunque aún no tienen reglamento y no pueden funcionar oficialmente, ha anunciado ya que tendrá como vicepresidentes a Pilar Parcerisas y Manel Forcano. ¿Quién será el director?

R. Josep Montes, el actual gerente del Ateneu Barcelonés.

P. ¿Están de acuerdo con el Código de las Buenas Prácticas que pide, por ejemplo, concurso en los equipamientos culturales?

R. Por supuesto. Los concursos son totalmente necesarios y nos preocupa no sólo la convocatoria, sino también quien decide y con qué criterios. Además, todos los miembros pensamos que tenemos que dar ejemplo deontológico y por eso plantearemos que se cree un código de incompatibilidades específico que tenga en cuenta la excepcionalidad cultural y pueda ajustarse a todos los miembros del consejo.

P. ¿Ve posible la desaparición del Departamento de Cultura?

R. Rotundamente no. Igual que hay un ministro de Agricultura, tiene que haber uno de Cultura con responsabilidad política. Y los partidos tienen que tener también un programa cultural. Otra cosa es que nuestra función es garantizar la continuidad de unos criterios establecidos y que no haya partidismo en la aplicación de políticas concretas.

P. ¿Cómo afecta esto a sus miembros?

R. Las convicciones políticas son privadas. Cada uno dejará sus preferencias ideológicas y sus amistades personales en la puerta. El amiguismo está prohibido tanto para los consejeros como para los colaboradores. Pretendemos establecer unos criterios que tienen que ser universales y aceptables para todos.

P. ¿El reto?

R. Lograr la excelencia, es decir, ser más exquisitos.

P. Su nombramiento coincidió con un insistente anuncio televisivo de su versión de Els Pastorets. ¿Seguirá escribiendo?

R. Por supuesto, aunque a menor ritmo. De hecho, en estas cosas artesanales como la dels Pastorets puedo ser rápido, pero en lo que es la creación literaria soy muy lento. Pero seguiré.

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