El baile de los espías
Gramaticalmente hablando, Madrid ahora mismo no está entre paréntesis ni entre comillas. Madrid está en coma, con letra bastardilla y con muchos puntos suspensivos. Es alucinante la historia esa de la contradanza asilvestrada de contraespionajes y agentes secretos siguiendo las peripecias privadas de altos cargos de la Comunidad y el Ayuntamiento. Aquí hay material estupendo para una inquietante tragicomedia popular de Shakespeare. Algo huele a podrido a orillas del Manzanares. Te puedes morir de risa o de asco, depende de cómo se interprete.
Además de otras consideraciones políticas y morales, casi todos lamentan en primer lugar que todas esas tramas se hayan pagado con dinero público. A algunos les parecería lícito, lógico incluso, aunque no muy moral, que se hiciera lo mismo, pero aflojando la mosca de su bolsillo los que montan el tinglado. ¿Qué dicen los jueces y la ética? La historia está llena de personalidades que llegaron a la cima con medios similares, eso por no contar a los que lo hicieron clavando un puñal a quien se pusiera por delante, aunque fuera su hermano.
Lo que más intriga de todo este asunto es que quizá sea sólo una pequeña muestra de lo que pasa por las alturas. ¿Cuántos informes ilícitos funcionan en la vida política y empresarial? Porque es seguro que unos cuantos permanecen soterrados y discretos, pero muy operativos.
El Ayuntamiento anunció hace unos días la creación de un servicio de espías de la basura que multarán a quien no recicle. Esa experiencia se está realizando en San Sadurní d'Anoia (Barcelona). La Diputación catalana ha informado: abrir las bolsas de basura es contrario al "derecho a la intimidad" y significa "una vulneración de la presunción de inocencia". Que tome nota Madrid. Con coma.
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