El inmigrante no es culpable
Es obvio que debe existir un control eficaz del flujo migratorio, pero no lo es menos que las personas que conviven entre nosotros deben ser tratadas con el mismo respeto que exigimos hacia nuestra persona.
Es triste y preocupante escuchar con frecuencia comentarios despectivos hacia el sector de la población inmigrante que, precisamente, pasa por circunstancias adversas, situaciones poco envidiables e indeseadas por los protagonistas de las afirmaciones sin fundamento. La mirada a través de los filtros del prejuicio y la ignorancia transforma la imagen convirtiendo a la víctima en culpable y puede generar peligrosos focos de crispación social.Responsabilizar del deterioro de las condiciones laborales o de una situación de desempleo personal a los trabajadores inmigrantes es un desenfoque desacertado e injusto de la realidad. ¿Quién es el responsable de pagar al trabajador inmigrante un salario inferior al de los compañeros españoles? ¿Quién establece las jornadas laborales irregulares y abusivas? ¿Quién se aprovecha de la precariedad, del desamparo, de la inaplazable necesidad de comer?
Se critica y rechaza a los inmigrantes que trabajan en los sectores de la construcción, del hogar, la hostelería..., y a la vez se compran entradas semanales para jalear a otros inmigrantes que corren por el césped de los campos de fútbol por sueldos millonarios. La amenaza no reside en las personas necesitadas que se mueven por el mundo buscando bienestar y seguridad, sino en los sistemas que originan la desigualdad, la injusticia, la represión o el hambre.
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