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BIOLOGÍA

Los mosquitos acoplan su aleteo para aparearse

Se suponía que las hembras de los mosquitos, que son las que pican, son sordas y que el molestísimo zumbido que les delata en las noches de verano no representaba, en su vida reproductiva, más que la forma de hacer notar su presencia a los machos. Ahora, unos curiosos y probablemente importantes experimentos con el mosquito que transmite los virus del dengue y de la fiebre amarilla han hallado que en esta especie las hembras y los machos acoplan el batir de sus alas en la misma frecuencia como parte del cortejo, antes de aparearse. Como recuerdan los autores de estos experimentos, a pesar de que los mosquitos son vectores de enfermedades tan importantes como la malaria, la fiebre amarilla y el dengue, se conoce todavía muy poco su biología básica, incluyendo su forma de aparearse, que es un objetivo fundamental para lograr el control de la plaga.

La hembra de Aedes aegypti aletea normalmente a una frecuencia fundamental de 400 hercios (ciclos por segundo) y el macho lo hace a 600 hercios. Sin embargo, cuando llega el cortejo, ambos aletean a 1.200 hercios, el mínimo común múltiplo de ambas. Es el segundo armónico para las hembras y el primero para los machos y hasta ahora se suponía que esa frecuencia era superior al límite de audición de estos mosquitos.

Los experimentos, realizados en la Universidad de Cornell (Nueva York) y publicados en Science, han implicado la manipulación de los mosquitos y de sus órganos auditivos, con diminutos electrodos y sensibles micrófonos. Además del hallazgo de que machos y hembras se acoplan acústicamente, los investigadores han encontrado también que ambos sexos de esta especie, y probablemente de otros mosquitos, pueden oír y responder a tonos puros de alta frecuencia.

Una vez que se ha producido el apareamiento, las hembras son mucho menos sensibles a los tonos de los machos y tienden menos a acoplar su frecuencia de vuelo a la de éstos. Esto apoya la idea de que si se sueltan mosquitos machos estériles se reduciría la capacidad reproductiva de las hembras, que tenderían a no realizar nuevos apareamientos tras el primero.

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