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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El andaluz

Es cosa sabida que la forma de hablar depende de la pertenencia a una de las capas sociales. Andalucía ha sufrido durante siglos una inexistente educación escolar de las capas bajas, aparte de una increíble pobreza y explotación de las mismas.

Eso ha ocasionado al menos dos características del habla de las capas menos ilustradas: primero, una muy definida pobreza de léxico. Sabemos pocas palabras, de ahí las divertidas asociaciones que enriquecen nuestra habla para sustituir a la concisa expresión correcta; la lengua no se aprende bien hablándola, sino estudiándola. Hablando se aprende un método de comunicación desgraciadamente bastante limitado, aunque sea eficaz.

Segundo, una forma de hablar llena de violencia. Las conversaciones de bar en los pueblos de La Axarquía (la zona de la que soy nativo) están llenas de expresiones referentes a la fidelidad conyugal, el origen, la pretendida orientación sexual..., que se toman como lo más natural del mundo e incluso han perdido en parte su original carácter de insulto. Tengo la esperanza de que, con la escuela obligatoria, en un par de generaciones hablemos todos algo mejor.

Por otra parte, el señor Arenas tampoco se expresa de una forma muy canónica, ahí van dos ejemplos: "No acepto a nadie que haga bromas...", correctamente debería decir: no acepto que nadie haga bromas. "No acepto, por insignificante que sea, cualquier comentario que se refiera a los andaluces en tono jocoso...", eso significa que algunos sí que los acepta, pero no todos, y no creo que eso sea lo quiere decir. La expresión correcta sería: "No acepto ningún comentario...".

Es decir, que no sólo los pisos más bajos del edificio social andaluz tienen problemas con la exacta expresión del pensamiento, como estos dos ejemplos nos demuestran. Y es que lo fácil se pega, como se suele decir.

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