Chaves se compromete a aceptar lo que decida el PSE tras el 1-M
Los socialistas buscan desmontar la acusación peneuvista de "sucursalismo"
Lo ocurrido el verano pasado en Navarra, cuando el aparato del PSOE obligó al PSN a olvidarse de su plan de pactar con Nafarroa Bai e IU para desbancar del Gobierno a UPN, sigue pesando en el socialismo. Tanto que el propio presidente del PSOE, Manuel Chaves, finalizó ayer su discurso en Bilbao garantizando que Ferraz tendrá el "máximo respeto" a la autonomía que como partido disponen los socialistas vascos para definir su política de pactos tras el 1-M.
Chaves llegó a decir ayer, en la inauguración de la nueva sede de los socialistas vizcaínos, que sus palabras eran innecesarias. Una obviedad, recalcó. Pero las sucesivas declaraciones de los dirigentes socialistas en ese sentido -el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, hizo una mención similar en su visita a Bilbao de diciembre- y sobre todo el fantasma de lo ocurrido en Navarra parecen demostrar todo lo contrario. De paso, la doble declaración de Chaves y Blanco pretende cerrar el paso la reiterada acusación, tanto del PNV como de los representantes del Gobierno vasco, de "sucursalismo de Madrid", dirigida a los socialistas vascos y a su candidato, Patxi López.
Pastor dibuja a un PNV 'preso' de Ibarretxe y con "vértigo a perder"
Luego, Chaves vistió su confianza en que los socialistas vascos tomarán sus decisiones pensando en la sociedad vasca, pero también en el bien común del país, en la demostrada "lealtad a España" del ese partido y en su defensa de un "socialismo vasquista" como seña de identidad de la formación de López.
Aunque el tiempo ha demostrado muchas veces lo volátil del discurso político, el PSE quiere que estas palabras pesen, antes y después de las elecciones. Por eso Jesús Egiguren, presidente del PSE e ideólogo del partido, el propio líder del PSE, Patxi López, y el secretario general de esta formación en Vizcaya, José Antonio Pastor, tomaron buena nota de las garantías de Chaves para, si los resultados permiten desalojar a los nacionalistas del Ejecutivo vasco, recordarlas en el despacho que corresponda en la sede de Ferraz. Porque las sospechas que planean en Euskadi sobre las intenciones últimas de José Luis Rodríguez Zapatero en relación con la conveniencia o no de colocar al PNV extramuros del Gobierno vasco no se disimulan con un par de declaraciones de precampaña.
Por lo demás, Chaves subrayó que frente a las políticas decimonónicas de los nacionalistas -"soberanismo, exclusivismo"- que han situado a Euskadi en la "división" y la confrontación, el proyecto de Patxi López representa futuro, apertura, libertad y convivencia para todos. "Vuestra victoria es el mejor camino para la normalidad democrática en Euskadi", dijo.
López, que dejó ayer el protagonismo a Chaves y al anfitrión, Pastor, reiteró la idea de cambio necesario frente a los "debates soberanistas e identitarios" de Ibarretxe, y a la inacción de una fórmula de gobierno, el tripartito, que el PSE considera agotada e inútil para resolver los problemas. Pastor dibujó al PNV con un "vértigo enorme a perder el poder" y preso, además, de su candidato. Un Ibarretxe que necesita el "victimismo, el circo y el espectáculo" al exigir que continúe el juicio por las reuniones con Batasuna durante la pasada tregua. "Una baza electoral que no está dispuesto a desperdiciar", recalcó Pastor.
Visita de Zapatero el 25
Aunque los socialistas vascos quieren sustentar la campaña en su candidato, Patxi López, el efecto Zapatero y su posterior traslación en sufragios en Euskadi sigue funcionando. De hecho, las últimas encuestas internas que manejan en el PSE-EE presentan un electorado propio muy movilizado -con el 75% de voto fidelizado-, mientras que el porcentaje cae hasta el 68% en el caso de los peneuvistas. Ese es uno de los problemas que arrastra el PNV y que su candidato quiere ahuyentar, en parte, con la prolongación de un juicio por las reuniones con Batasuna absolutamente desprestigiado en una sociedad vasca que no entiende que se juzgue a los políticos por hablar. Aunque el objeto penal del proceso sea si se desobedeció o no al Tribunal Supremo al reunirse con la izquierda abertzale.
Es pronto aún para valorar el devenir de la crisis y su influencia en el electorado a la hora de votar el próximo 1 de marzo, pero Zapatero parece mantener su caché. De hecho, el presidente abrirá el próximo 25 de enero en San Sebastián en el Teatro Victoria Eugenia, la precampaña de las elecciones más reñidas en Euskadi desde 1986. Zapatero visitará también Bilbao y Vitoria.
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