Una alcoholera furtiva bajo la oficial
El consumo de grandes cantidades de metílico puede dejar ciego y llegar a matar. En los 70, una empresa gallega produjo y vendió a granel supuesto aguardiente que en realidad llevaba mezcla de metílico, más barato que el etílico. A pesar de las víctimas, el escándalo no evitó que parte de ese orujo adulterado continuase durmiendo en las bodegas. Recientemente, todavía aparecieron en un almacén de Betanzos varias de aquellas garrafas.
En este caso, el metílico no procedía de una destilación, sino de una dilución. La mayoría de los sucedáneos que se venden como aguardiente son productos de laboratorio. Según el presidente del Consello Regulador, los fabricantes compran fuera de Galicia alcohol de patata, remolacha o caña de azúcar y lo disuelven en agua con algunos ingredientes más. Al final, según reconocen desde el propio consejo, "no se nota mucha diferencia en el sabor, porque son bebidas muy rectificadas".
El alcohol ilegal hasta puede proceder de una empresa con marcas regladas en el mercado. En septiembre, fue descubierta una alcoholera clandestina en el sótano de la firma Paniagua de O Carballiño. Esta empresa comercializa varios licores y aguardientes, alguno de ellos, incluso, amparado por la denominación.
"Lo que está en el mercado no se corresponde con el buen nombre que tiene el producto tanto en Galicia como fuera", denuncia Rodríguez. Si, al final, como en el caso Paniagua, una inspección detecta el fraude, la multa será de 830,25 euros por hectolitro de alcohol puro. Exactamente lo mismo que tienen que pagar como impuesto las destilerías legales.
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