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Reportaje:

La última cruzada de Cruise

Los ojos de Hollywood, cualquier otro ya estaría muerto y enterrado. Y en los últimos años a Tom Cruise se le ha dado muy bien eso de cavar su tumba. Uno no puede subirse en un sofá dando saltos como un loco en un programa de máxima audiencia sin esperar consecuencias. O atacar sin miramientos a periodistas o compañeros de profesión criticando estudios sobre psiquiatría basándose en creencias religiosas relacionadas con un extraterrestre llamado Xenu. Y mientras este torbellino mina desde hace tres años la vida personal de la estrella, en el plano laboral su credibilidad no mejora, sobre todo desde que los estudios Paramount decidieron deshacerse de él porque "su conducta no era aceptable". Lo dicho: una muerte segura para cualquiera en esta industria. Pero Tom Cruise no es un cualquiera. Es alguien que ha sabido mantenerse durante 25 años como la mayor estrella de Hollywood.

Cruise se defiende: "Mi deseo es acabar con todo el ruido y seguir viviendo ese sueño", afirma tajante y con esa sonrisa perfecta. El sueño de Cruise bien puede ser la peor pesadilla de su carrera. Se llama Valkiria, y hasta su creador y guionista, Christopher McQuarrie, lo reconoce. "Estamos hablando de una producción de Hollywood sobre una historia alemana, donde los héroes son militares que sirvieron en el ejército de Hitler, pero que atentaron contra él y que serán ejecutados al final de la película. Suena como la peor idea del mundo para hacer un filme".

Quizá no es la peor, pero tiene sus problemas. Pero ya hemos dicho que Cruise no es un cualquiera. Nadie como él ha sabido transformarse de ídolo de adolescentes (Risky Business) a superestrella de acción (Top Gun), actor dramático con mayúsculas (Nacido el 4 de julio) o cómico en papeles minúsculos (Tropic Thunder: Una guerra muy perra), héroe de acción (cualquiera de las entregas de Mission: Impossible) o galán romántico de sonrisa irresistible (Jerry Maguire). Enamorado del cine de arte (Eyes Wide Shut) o de palomitas (La guerra de los mundos), humano (Rain Man) o inhumano (Entrevista con el vampiro).

Ésas son algunas de las caras de Thomas Cruise Mapother, nacido en Syracuse (Nueva York) el 3 de julio de 1962, en un hogar modesto y con un padre abusivo. Un actor que en 2006 la revista Forbes bautizó como la estrella más poderosa de la industria y que este año la periodista Barbara Walter seleccionó como una de las 10 personas más fascinantes del año. O al que Sherry Lansing, ex presidenta de Paramount durante los años más turbulentos de la carrera de Cruise, ha calificado como "uno de los actores con más talento con los que he trabajado". La misma Lansing también le auguró una carrera como "productor y director" y que lograría un Oscar, y aunque de momento ni el premio (al que ha aspirado en tres ocasiones) ni el apartado de la dirección se han cumplido, Cruise, en medio de la crisis, ha conseguido grandes éxitos de taquilla como los 590 millones de dólares que recaudó La guerra de los mundos. Y en el apartado de la producción, Cruise es en la actualidad el dueño minoritario de los estudios United Artists, división de MGM. Grandes logros para alguien al que se daba por muerto.

De todas formas, por muy estrella que sea, Cruise está lejos de haber salido de la encrucijada. Está más delgado que nunca, y eso aumenta su apariencia de chaval, aunque ya tiene 46 años. Sonrisa perenne, mirada penetrante y brazos cruzados durante la entrevista, una posición defensiva que también se nota en sus palabras, agradables, elocuentes, incesantes, pero encaminadas a llevar cualquier pregunta hacia su terreno, con evasivas o generalidades.

Sólo insiste en dejar un detalle claro: por muchos millones que estén en juego, se vuelca en su carrera por pasión, no por dinero. "A mí lo que me ilusiona son las historias que leo. No puedo evitar ser ese niño que todavía no se acaba de creer lo que le pasa. Que sigue aquí, capaz de hacer realidad las películas que quiero hacer. Nunca olvidaré el dinero que ahorraba para ir al cine. Eso no se olvida. Lo mismo que la pasión por hacer posible la magia. Es mi deseo, y si en algo ha cambiado, es en que cada vez va a más".

Estas ganas se materializan en Valkiria. Al guionista, McQuarrie, le vino la idea durante un viaje a Berlín en 2002. Mientras preparaba otro guión, hizo un tour por la capital alemana que acabó frente al único monumento dedicado a soldados alemanes que sirvieron durante la II Guerra Mundial. Se trata del Bendlerblock, sede actual del Ministerio alemán de Defensa, donde el 20 de julio de 1944 Claus von Stauffenberg y sus colaboradores fueron fusilados por atentar contra la vida del Führer para poner fin al régimen nazi. Cuanto más supo de esta historia, más le interesó. Fanático de la II Guerra Mundial, McQuarrie estaba acostumbrado a colaborar con el realizador Bryan Singer, también enamorado de ese periodo de la historia, y no dudó en contarle su descubrimiento.

McQuarrie, Singer y Cruise confluyeron en Valkiria gracias a los contactos que el primero tenía con United Artists. Con un presupuesto de 90 millones de dólares y una premisa suicida tanto para el estudio como para el propio Cruise, el destino de Valkiria estaba sellado. ¿Por qué un proyecto así en tiempos de crisis? Cruise titubea y se lanza: "La experiencia de hacer cine es siempre intensa. Es la naturaleza de esta bestia. Ésta es la segunda vez que interpreto un personaje real, así que la presión es normal. Pero siempre me han gustado los personajes difíciles. Y no soy ajeno a la controversia. Con Nacido el 4 de julio, el estudio no quería hacer la película. Incluso con Rain Man...tuvimos a tres directores a bordo. Y estuvo el tema con Kubrick (Eyes Wide Shut) y con Vanilla Sky. Es la naturaleza de este negocio. Pero estaba claro que siendo un proyecto sobre Alemania y en ese periodo de su historia, la polémica estaba servida", resume sin acabar de explicar por qué lanzarse al ruedo con esta cinta en lugar de escoger otro filme de acción o una comedia romántica, terrenos más seguros en Hollywood.

Y ahora sí lanza una contestación sencilla y escueta: "Porque se trata de una historia que te agarra desde el punto de vista cinematográfico. Porque es un guión extraordinario de Chris McQuarrie. Porque Bryan [Singer] es un director con el que quería trabajar desde que vi Sospechosos habituales, y ésta es la combinación perfecta. Chris ganó su Oscar con Bryan, y Bryan es un cineasta excelente. Eso se suma a una historia increíblemente poderosa".

Las opiniones se cruzan. Singer tiene la misma elevada consideración de su protagonista. "Ésta es la primera vez que trabajo con una estrella de cine", admite quien hizo una estrella de Kevin Spacey en Sospechosos habituales y descubrió a Hugh Jackman el universo de Hollywood gracias a la saga de los X Men. "Mi opinión no puede ser mejor. Es alguien que ha hecho tantas películas que su experiencia facilita las cosas. Siente amor por el cine y tiene una elevada ética de trabajo. Te diría sin riesgo a equivocarme que es una de las mayores estrellas que existen en la actualidad, si no la más grande".

Pero las estrellas también pasean por la cuerda floja. Su último estreno como jefe de estudio y actor, Leones por corderos, sólo recaudó 15 millones de dólares, el mayor fracaso en la taquilla de toda su carrera. Y el que se rumoreaba como su próximo proyecto, Edwin A. Salt, ha sufrido una profunda transformación y su papel está en manos de la chica del momento, Angelina Jolie.

Así que el ruido nunca ha cesado durante los 20 meses de producción de Valkiria. En junio de 2007, el Gobierno alemán prohibió que rodaran la escena de los fusilamientos en el Bendlerblock. Sin dar razones oficiales, la que estaba en la mente de todos fue la aversión de los alemanes a la cienciología, el credo de Cruise. Además, miembros de la familia Stauffenberg declararon que el filme estaba "abocado a ser una basura". Las primeras imágenes de Cruise como Stauffenberg, mutilado en África durante la II Guerra Mundial con heridas que le hicieron llevar un parche en el ojo, fueron motivo de broma, y la supuesta manipulación de las verdaderas fotografías de la época para aproximar el parecido del militar con Cruise fue motivo de escándalo. Y 10 extras resultaron heridos durante el rodaje en Berlín y demandaron a la producción por 11 millones de dólares. También hubo problemas con el despliegue de esvásticas en el rodaje, ya que son símbolos prohibidos en Alemania. Y el colmo: cuando finalmente se pudo filmar en el Bendlerblock, parte del material resultó dañado y hubo que hacer nuevas tomas.

"No se trata de una película del Holocausto. Lo que hemos hecho es un filme de suspense centrado en un intento de asesinato. Recuerdo ese momento de silencio que imperaba donde fusilaron a todos los implicados. En ese momento supimos que habíamos completado el círculo", resume Singer. En realidad, el círculo no estará completo hasta el estreno de la cinta. Y tanto Cruise como United Artists y la MGM necesitan algo más que un buen estreno, necesitan un triunfo valorado al menos en unos 150 millones de dólares en la taquilla estadounidense.

Una inversión extra de 60 millones de dólares en publicidad, una campaña rompedora fiel al concepto de Singer de que se trata de un thriller de acción y el claro objetivo: transmitir al público que Valkiria es una película con cerebro. Lejos de vender el filme como un producto de Tom Cruise, el actor queda como la figura central de un reparto plural que incluye a Kenneth Branagh, Bill Nighy, Tom Wilkinson o Eddie Izzard, entre otros . Un cambio radical.

Si hace unos meses Valkiria era el gran batacazo de Cruise, el último clavo en su ataúd, ese trágico final todavía está por ver. Tanto la revista Variety como Entertainment Weekly, dos de las publicaciones de mayor circulación en la industria del cine y entre sus aficionados, confían en un posible ave fénix.

"La vida es complicada... Y nadie se libra", afirma Tom Cruise. "Me acuerdo de mi madre, de cómo crió a sus cuatro hijos como si fuera una madre soltera, trabajando. Había mañanas en las que me daba cuenta de que no podía salir de la cama. Pero nunca faltó al trabajo. Esos momentos los tengo siempre muy presentes. Tenía muy claro que su vaso estaba medio lleno, no medio vacío... Ése es mi espíritu, positivo. No pienso que todo es bello, pero siempre tengo esperanza. Así es como me han criado y siempre me ha servido, incluso en los momentos más difíciles", resume el actor. Al fin y al cabo, pocas cosas le gustan tanto a Hollywood como las resurrecciones.

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