La última copa de Santiago
El guardia civil que falleció tras una brutal paliza llevaba una vida poco agitada, según compañeros y familiares - El agresor pasará hoy a disposición judicial
"Era un buen compañero, un buen agente y poco dado a los excesos. Se le va a extrañar". Así recordaban ayer en el cuartel de la Guardia Civil en Irún a su compañero Santiago Jaldo García, fallecido el pasado 1 de enero tras la brutal paliza que le propició José Antonio V. A., de 30 años. Su última noche transcurrió con normalidad hasta que se consumó la tragedia. Se tomó las uvas con la familia y los amigos y después salió a celebrar la llegada de 2009.
El fallecido llegó a la discoteca Korus de la localidad donde residía. "Iba a tomarse la última copa con un conocido", explica su cuñada Patri, desgarrada por el dolor, al igual que el resto de la familia. Poco antes de las ocho, el agresor se lanzó sobre él. Todo fue muy rápido, tanto que el agente no encontró tiempo para frenar a su agresor y terminó cayendo al suelo. Ayer, seguía sin quedar claro si falleció como consecuencia directa de los golpes recibidos, cuya brutalidad nadie cuestiona, tuviesen o no la intención de causar la muerte, o si una mala caída en medio de la pelea propició el fatal desenlace. El presunto homicida, de etnia gitana, salió corriendo del lugar de los hechos, pero terminó siendo localizado esa misma noche por la Ertzaintza en un establecimiento hostelero de la localidad.
El detenido, de 30 años, permanecía ayer en dependencias policiales y estaba previsto que pasara hoy a disposición judicial. Criado en alguna de las chabolas de la zona, es conocido en la ciudad por su amplio historial delictivo, que incluye robos a punta de navaja y estancias en la cárcel. Familiares y compañeros de la víctima señalan que el agresor también tiene conocimientos de artes marciales - "si no, sería imposible que pudiera con alguien tan corpulento como Santiago", razonaba un familiar- y fuentes policiales creen que también es consumidor habitual de drogas.
Los que conocían a Jaldo de cerca afirman que mantenía una vida normal y poco agitada, que no era un habitual de la noche guipuzcoana. Aunque las diligencias de la Ertzaintza sobre el crimen siguen abiertas, no se descarta que el presunto homicida se ensañara con su víctima sabiendo que era un agente del instituto armado. Su familia recalca que él no tenía problemas ni rencillas con nadie. Nacido en Madrid hace 45 años y con familia en Andalucía, Santiago Jaldo García eligió Irún para echar raíces, cuando muchos de los agentes que optan por trabajar en el País Vasco lo hacen para poder elegir a continuación otros destinos menos tensos. Pasó por los cuarteles de Azpeitia e Intxaurrondo, en San Sebastián, antes de recalar en Irún. Allí se enamoró de la que terminaría siendo su esposa, María del Rosario Carmona. Tras más de 20 años de servicio en Guipúzcoa, era considerado un profesional ejemplar, según transmitió el representante de la Unión de la Guardia Civil en la provincia.
Santiago deja atrás un hijo que lleva su nombre, Santi, así como varios hermanos y sobrinos. El funeral se celebró ayer por la tarde en la Iglesia de Pentecostés de la localidad guipuzcoana, situada a unas manzanas del cuartel. En éste último seguírán recordando cómo, con la llegada del año 2009, perdieron a un compañero.
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