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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Hiperpresidente o nada

La presidencia de europa pasará el 1 de enero a la República Checa y el mensaje más positivo que viene de Praga es que no ocurrirá nada. Incluso, el Gobierno checo espera "un alto el fuego" sobre la cuestión europea, que divide a su país. En otras palabras, parece como si los europeos debieran conformarse con que no haya maniobras de desestabilización. Nada imposibles en un Estado cuyo presidente, el reputado thatcherista Václav Klaus, lamenta que la última cumbre de la UE "forzara" un acuerdo sobre el clima: este mismo hombre es autor de un libro -presentado en España por José María Aznar- en el que sostiene que las cuestiones del medio ambiente son un producto "de lujo" y que el lujo está de más cuando toca estrecharse los cinturones.

En un momento tan crítico, la UE cambia la presidencia de Sarkozy por un reticente liderazgo checo El jefe del Estado francés plantea un directorio de "países grandes" en el seno de la Unión Europea

El jefe del Estado que va a dirigirnos remata su saludo a Europa negándose a enarbolar la bandera azul con estrellas en el Castillo de Praga. Argumenta que, si lo hiciera, le recordaría los tiempos del pabellón soviético. Fuerte contraste estético con Francia, que ha dirigido la UE durante los últimos seis meses: no ya por ese rotundo fondo azul con estrellas doradas que aún reviste las noches de la Torre Eiffel, sino por la hiperpresidencia ejercida por Nicolas Sarkozy.

Siempre arrojado, muchas veces temerario, Sarkozy ha vendido un activismo vertiginoso para atajar el incendio financiero; una necesidad terrible de concertarse entre "grandes Estados"; una mediación fulminante en la crisis ruso-georgiana; una urgencia absoluta de tomar decisiones entre unos cuantos y luego, si acaso, contárselo al resto. Tampoco ha parado de lanzar sugerencias: hay que integrar más al Reino Unido, haciéndole ver que la libra lo tiene mal; hay que aceptar a Islandia, el país en bancarrota; hay que favorecer un cierto proteccionismo para la economía europea...

Y desde luego: conviene fortificar la zona del euro. Porque el euro es el auténtico valor-refugio para Sarkozy. Podría consolarse de la pérdida de la clámide europea si pudiera ataviarse con la de los países del euro. Pero como otros socios se oponen a permitirle que presida el Eurogrupo, él busca la forma de sortearlos, planteando la necesidad de un directorio. No le faltan amistades, más o menos de conveniencia: Gordon Brown se deja querer; Rodríguez Zapatero, no digamos. Es verdad que Angela Merkel apenas disimula su recelo hacia el pequeño francés (lo de menos es la tonta polémica sobre el besuqueo), pero 2009 será un año electoral en Alemania y a la canciller no le va a quedar mucho margen para desempeñar protagonismos continentales.

Termina la presidencia europea de Francia, en definitiva, sin que Sarkozy ceje: esta semana lo dejó muy claro cuando fue a decir a la Eurocámara que, recesión mediante, conviene reunir "con más frecuencia" a los dirigentes de la zona del euro. Sobre todo a los de Estados grandes, "no porque tengan más derechos, sino más responsabilidades". El directorio de los "grandes" (¿cuántos? "Alemania, Francia, Reino Unido, España", susurran desde la presidencia francesa) nunca había sido evocado por Sarkozy con tanta nitidez.

Como los ejércitos que se baten en retirada, el hiperpresidente trata de estabilizar un frente contra la recesión. Desaparecida la confianza en los bancos, el caso Madoff remacha los clavos de la cruz y lanza el mensaje de que conviene depositar los ahorros en el colchón, en vez de ponerlos en manos del banquero de confianza. También se ha visto lo que dan de sí ciertos reguladores: "La sorpresa no es que haya ladrones (...), sino ¿qué hace la policía?", comentaba recientemente en Madrid el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, deplorando que Estados Unidos no se haya sometido nunca a las evaluaciones de su institución. Lo ocurrido en 2008 demuestra que, en la globalidad, demasiada gente hace lo que le viene en gana. Y en medio de un mundo tan inseguro, en Europa no paran los movimientos para protegerse a trozos. La crisis financiera y la recesión amenazan al proyecto común, tanto o más que el desacuerdo político sobre las instituciones diseñadas por la fallecida Constitución europea.

En estos momentos tan críticos, el hecho es que a Sarkozy le sustituye en el liderazgo de la UE un Gobierno ajeno a la zona del euro y reticente hacia la Europa política, aunque algunos confían en que su primer ministro, el liberal Mirek Topolánek, pueda templar a su jefe de Estado. Ese cambio se produce, además, cuando la Comisión Europea recorre el último año de mandato. El Viejo Continente tal vez eche de menos al hiperpresidente perdido. Y él, no digamos. -

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