El mutis de LaBute
Durante un tiempo Neil LaBute estuvo muy cerca de ser el heredero natural de David Mamet. Con las excelentes In the company of men (1997) y Amigos y vecinos (1998), el hasta entonces dramaturgo se presentó a la audiencia cinematográfica como un autor vitriólico, cargado de cinismo y con una perturbadora visión acerca del género humano y sus relaciones de poder (sexual, afectivo, laboral, social...). Sin embargo, como queriéndose apartar de sus orígenes teatrales, de su lugar natural, LaBute fue convirtiendo en esporádicas las adaptaciones a la pantalla de sus propias obras (tan sólo Por amor al arte, de 2003) y acercándose a una suerte de cine de género, recubierto de un halo de autor, más impersonal de lo deseable. Así, después de insuflar frialdad en la volcánica Posesión, sensacional novela de A. S. Byatt, y de realizar un innecesario remake de la tan extraña como inquietante Wicker man, LaBute se acerca ahora al thriller psicológico con Protegidos por su enemigo.
PROTEGIDOS POR SU ENEMIGO
Dirección: Neil LaBute.
Intérpretes: Samuel L. Jackson, Patrick Wilson, Kerry Washington, Justin Chambers, Jay Hernández.
Género: thriller. EE UU, 2008.
Duración: 110 minutos.
Quizá lo más sorprendente de alguien tan dotado para la escritura es que haya acabado dejando sus guiones en manos ajenas, y agarrándose únicamente a la puesta en escena, algo en lo que nunca brilló de manera especial. Y aunque bien es cierto que el material de Protegidos por su enemigo contiene algunas de las preocupaciones mayores de LaBute (la sensación de superioridad basada en la raza, la posición dominante centrada en el escalafón social), el tratamiento no alcanza la altura dramática que se espera de un autor como él. Entre otras cosas porque la película no va por ese carril. En la línea de los thrillers psicológicos que hicieron furor a principios de los noventa (De repente, un extraño, La mano que mece la cuna, Mujer blanca soltera busca...), Protegidos por su enemigo entretiene, inquieta por momentos, llega incluso a desesperar, pero se viene un tanto abajo con un clímax final en el que, como ya le pasaba a las películas de referencia, se acude a la lucha física cuando lo que había dominado en el discurso era el mucho más interesante combate mental.
Babelia
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