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OPINIÓN
Columna
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Cambios de pareja

El Senado vetó esta semana el proyecto de Presupuestos Generales para 2009, aprobado el pasado 12 de noviembre por el Congreso. La diferente composición de las dos Cámaras, consecuencia de los sistemas electorales propios de cada una, crea las condiciones para la formación de mayorías de signo contrario, siempre que la pugna ante las urnas de los dos grandes partidos de ámbito estatal sea muy reñida. Los resultados del 9-M hacen que el PSOE y el PP se repartan la primogenitura del Congreso y del Senado, sin mayoría absoluta en ninguno de los dos casos, de la misma forma que sucedió en la anterior legislatura, cuando fueron igualmente devueltas a la Cámara baja las Cuentas del Estado para 2005 y 2008. En el actual Congreso, los socialistas tienen 169 diputados, y los populares, 153, sobre un total de 350. De los 264 escaños del Senado (208 electos por provincias y 56 designados por las asambleas autonómicas), el PP ocupa 123, y el PSOE, 105.

El Senado aprueba el veto de ERC al proyecto de Presupuestos Generales gracias al apoyo del PP y de CiU

Pero la Constitución no otorgó a las dos Cámaras de las Cortes Generales la igualdad de poder que hubiese permitido al Senado bloquear el funcionamiento del sistema legislativo como un auténtico jugador con veto. El Congreso no sólo posee la competencia exclusiva de elegir y destituir al presidente del Gobierno. Además, puede remover sin mayores esfuerzos el veto a las leyes orgánicas y ordinarias del Senado: bien de inmediato, por mayoría absoluta, bien transcurridos dos meses, por mayoría simple. La derrota simbólica de la Cámara baja a manos de la Cámara alta y el incordio producido al Gobierno por el retraso en la promulgación de los presupuestos pagan el elevado precio de los perjuicios ocasionados a los afectados por el decaimiento de las enmiendas negociadas durante su tramitación.

Las dos primeras tentativas de vetar las Cuentas del Estado, llevadas a cabo por el PP y CiU, fracasaron por insuficiencia de apoyos. A la tercera fue la vencida: ERC superó con 135 escaños el listón de la mayoría absoluta -exigida por el artículo 90 de la Constitución- gracias al respaldo de los populares y convergentes recién derrotados. Las votaciones parlamentarias propician en ocasiones coaliciones positivas o negativas -a favor o en contra de un proyecto- cimentadas sobre el interés propio de cada uno de los grupos, más allá de las afinidades ideológicas que les emparentan o les enfrentan. Pese a los remilgos de ERC ante los votos de CiU, cuya frustrada tentativa había sido respondida previamente por los republicanos con la bofetada de la abstención, el descontento compartido por ambas formaciones contra la política del Gobierno sobre financiación autonómica dejó en suspenso su inamistosa rivalidad y resucitó el frente catalanista de rechazo. Pero es inaudito que el PP, inquisidor de los socialistas por sus impías relaciones con ERC, haya votado a los republicanos justo en el momento en que sus portavoces orgánicos y periodísticos atizan la hoguera de leña verde para tostar en las llamas a su feroce diputado Tardà.

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