Fraga nombra la soga
Qué tienen en común las frasecitas lanzadas por Pedro Castro, Joan Tardà y Manuel Fraga? La incoherencia ofensiva. Ni el uno piensa que los votantes del PP sean todos tontos, ni el otro desea la muerte del Rey, ni el tercero quiere colgar a nadie. Pero ninguno de ellos resistió la tentación de ofender a quienes consideran, con o sin razón, sus rivales
o enemigos.
El último en no retroceder, el senador Fraga, tiene 86 años. ¿Es esto un atenuante? Lo es, sin duda, porque, como han mostrado los psicólogos, una de las facultades que más se debilitan con la edad es la de callarse a tiempo. Pero es un atenuante amortiguado por su empeño inmoderado
por seguir en la brecha.
Ya en 2001, cuando tenía 78, los suyos intentaron hacerle comprender que era imprudente que se presentase como candidato a presidir por cuarta vez la Xunta de Galicia. No les hizo caso pero poco después dijo que era su última legislatura. Sin embargo, cuando llegó el momento, en 2005, cambió de opinión y fue candidato de nuevo. Le faltó un escaño para conseguir la mayoría que necesitaba para gobernar por quinta vez, pero de haberlo conseguido habría continuado al frente hasta el año en que cumpliría los 87.
Mejor está de senador, aunque este último improperio demuestra que todavía habría estado mejor en Perbes: de un senador
se espera un talante
más pausado, menos partidista. Lo de que a los nacionalistas habría que "colgarles de algún sitio" puede que sea una metáfora desafortunada, pero se cortó la retirada cuando, para aclararla, añadió que el nacionalismo es "lo contrario a la defensa de España"; como si lo uno llevara a lo otro. Es un mal ejemplo para la juventud. Por ejemplo, para los independentistas que la víspera, en la Facultad de Políticas de Santiago, trataron de impedir hablar al sucesor de Fraga al frente del PP gallego, Núñez Feijoo, a los gritos de "fascista", "xenocida" y "criminal". Ya sólo por ese mal ejemplo, Fraga debería excusarse.
Además, el senador Fraga fue en tiempos el ministro Fraga Iribarne, miembro del Consejo presidido por Franco que dio
el "enterado" de penas de muerte como la de Julián Grimau. Por eso, pocas personas tenían mayor motivo para no nombrar la soga.
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