Gran Hermano en la compra
La tecnología permite ya un carrito que suma el coste de los productos, informa de ofertas y hasta deja 'chatear'
Un cliente entra en un establecimiento comercial donde suele hacer la compra. Toma un carrito y se identifica ante él tecleando su nombre o un seudónimo en una pantalla. De inmediato, le aparece la lista de su última compra. Y también información complementaria; por ejemplo, la oferta más económica de un producto parecido. La máquina puede incluso sugerir una lista de la compra según los gustos del consumidor, fichados.
Pulsar otra tecla puede permitir ver en la pantalla el itinerario más corto, a partir de los productos seleccionados, en un gran hipermercado para ganar tiempo en la compra. Cada producto que se mete en el carrito lleva un chip: el carrito lo reconoce. En cuanto se mete en el carro, la pantalla señala a cuánto va ascendiendo la factura, de modo que el consumidor no se lleva sorpresas. O bien selecciona una receta culinaria y el ordenador le informa de los ingresidentes necesarios, de dónde están y de cuánto cuestan. El consumidor en cuestión puede descargarse en el carrito una canción para escucharla antes de decidirse a comprar música, o socializar chateando con otros clientes de la tienda.
Todo esto no es ficción. La tecnología ya lo permite: el primer prototipo de carrito inteligente, que funciona con radiofrecuencia de identificación y es fruto de un proyecto de investigación con dinero de Bruselas en colaboración con el IESE, fue presentado ayer en Barcelona por la Asociación AECOC y la firma tecnológica WIPRO Retail.
"No hay planes para introducir el Grocer en el mercado, no hay estudio de su viabilidad comercial", explicó Carlos Ponce, responsable de WIPRO para España, quien reconoció que el "interés" confesado por las grandes cadenas por algo que les ayudaría a conocer mejor los gustos de sus clientes y a personalizar sus estrategias de mercadotecnia y fidelización, se ve frenado por los costes de implantar carros (y chips en cada producto). No dijo cuánto costaría, sólo que "no es barato". El director general de la AECOC, José María Bonmatí, subrayó que "la privacidad y la seguridad se han cuidado con esmero. No hay mucha diferencia con pasar por un lector una tarjeta de fidelización", comparó.
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