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Reportaje:

Del ornamento a la forma simple

José Laborda analiza la arquitectura donostiarra entre 1880 y 1930 a través de 70 profesionales de la época

"No soy un fanático de San Sebastián; soy un observador objetivo". Hecha esta advertencia, el arquitecto José Laborda Yneva (Zaragoza, 1949), afirmó ayer que el nivel general de la arquitectura donostiarra en los 50 años que se extienden entre 1880 y 1930 resulta "muy bueno". La ciudad "se hizo a sí misma en muy poco tiempo. Fue como una especie de colonización del Boulevard a Amara, manzana a manzana".

Desde ese punto de vista científico ha escrito Arquitectos en San Sebastián. 1880-1930, un ensayo de 530 páginas editado por la delegación guipuzcoana del Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro. "Los trabajos publicados hasta este momento sobre la arquitectura de San Sebastián se han ocupado de asuntos menos personales, más abstractos o materiales, sin entrar casi en la intrahistoria de los profesionales y su relación con el latido de la ciudad construida", argumentó.

El autor utiliza como puntos de apoyo el Gran Casino y el Náutico

A Laborda, doctor en Arquitectura y profesor de Iniciación a Proyectos de la Universidad de Zaragoza, le interesan esos "documentos minerales" que son los edificios, pero, sobre todo, le apasiona detenerse en los protagonistas que han hecho posible esas obras y en los avatares por los que han pasado.

Así que se ha acercado a 70 profesionales, entre arquitectos y maestros de obras, que dieron vida a los edificios que se asientan entre el Boulevard y Amara. Se ha centrado en las casas privadas, aquéllas que definen el conjunto urbano, porque "los edificios públicos están ya suficientemente descritos por otros autores".

Laborda ha revisado unos 3.000 expedientes y ha entrevistado a familiares de los profesionales protagonistas. En el libro figuran autores tan renombrados como Antonio Cortázar, padre del Ensanche donostiarra, o José Goicoa, quienes comparten páginas con profesionales menos conocidos. De todos hace una semblanza personal, para analizar luego el conjunto de su trabajo y destacar sus principales obras.

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Al arquitecto zaragozano le gusta, en cualquier caso, que sus libros tengan "un argumento". Por eso, su punto de apoyo inicial es el Gran Casino, el actual Ayuntamiento, ideado por los entonces jóvenes Luis Aladrén y Adolfo Morales de los Ríos. Inaugurado en 1887, el edificio, de carácter ornamental, se convirtió en el mejor ejemplo de una ciudad moderna que había decidido convertirse en lugar de acogida, "contrapunto de la ciudad comercial y portuaria que en principio había querido ser". Laborda ha encontrado en el Club Náutico, un edificio racionalista proyectado en 1928 por José Manuel Aizpurua y Joaquín Labayen, el mejor broche. "San Sebastián había sido moderna, pero dejó de serlo. Lo moderno fue entonces lo que hicieron Aipurua y Labayen, pero no prosperó".

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